Entre conferencia telemática y entrevista, el doctor Marcos López Hoyos (Torrelavega, 1968), presidente de la Sociedad Española de Inmunología y jefe de servicio de inmunología en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, analiza la evolución de la pandemia y el desarrollo de las vacunas contra la covid-19. "Estoy todo el día hablando de ellas", bromea al otro lado del teléfono. Afirma sin vacilar un instante que se pondrá la primera que llegue a España, donde no espera la inmunidad de rebaño, al menos, hasta dentro de un año.
Se empieza a decir que ya ha pasado el pico de esta segunda ola, ¿qué se puede esperar en los próximos meses?
En los próximos meses, igual estamos en una fase de meseta y empezamos a controlar otra vez la curva. Es posible que la incidencia en los hospitales todavía se mantenga un tiempo, porque siempre va con dos o tres semanas de retraso. Una vez que la controlemos, que lo haremos, lo que sí es muy importante es que no nos pase lo de mayo. Cuando desconfinemos, tenemos que hacerlo de forma mucho más lenta, más progresiva y, sobre todo, haciendo tanto PCR como rastreos a todo el mundo. Debe haber suficientes rastreadores, suficiente capacidad diagnóstica para poder detectar y aislar los focos rápidamente. En los próximos meses tendremos que ir con mucho cuidado, y esto incluirá, probablemente, las navidades.
Los datos de España han sido mucho mayores que los registrados en otros países, como Alemania. ¿En qué se ha fallado?
Lo que nos ha pasado es que, una vez que estuvimos confinados, que lo hicimos muy bien, todo el mundo quiso desconfinar al momento y pasar de fase rápidamente, sin llegar a cumplirse los plazos. Está claro que hay que activar la vida económica, pero se corrió mucho. Hay que adaptar la actividad económica y el motor del país en función de la pandemia; lo que no se puede es parar otra vez porque vuelvan a subir las cifras. Tampoco podemos estar subiendo y bajando continuamente los datos, porque no es viable. Nos llegará la vacuna, pero hasta que se pueda implantar en toda la población, va a pasar, como mínimo, un año.
¿Los protocolos en centros sanitarios son los adecuados?
Lo que nos vino fue un tsunami y aplicamos los tratamientos que mejor nos daban a entender cómo se comportaba el virus en el proceso en ese momento. Los protocolos se han ido modificando a medida que hemos tenido experiencia, y se siguen modificando. Los tratamientos que van apareciendo, muchos de base inmunológica, van a ir saliendo en los próximos meses, igual que las vacunas, y probablemente vayamos avanzando todavía más.
Tras el confinamiento, ¿perdieron los españoles el miedo?
Había cansancio, necesidad de relaciones sociales. Encima, los que se relacionaban y se movían eran los jóvenes, que habitualmente tienen una respuesta inmunitaria más eficaz y eran más asintomáticos, por lo que parecía que no iba con ellos el tema. Era cuestión de tiempo que el virus saltara a la gente más mayor, que son los que tienen una respuesta inmunitaria más deficiente, así como los que han saturado otra vez los centros sanitarios.
¿Habría apostado por otro confinamiento domiciliario?
Por lo menos, por confinamientos de ayuntamientos de municipios y de zonas. Debimos haber sido muy estrictos. El fallo fue que no paramos, que no hicimos el confinamiento con los ojos del momento, y era porque no se hacían los test suficientes. Tampoco había capacidad de rastreo, lo que dificultó el control y propició que la situación se convirtiera otra vez en una epidemia de transmisión comunitaria.
Aún hay dudas en cuanto al tiempo de inmunidad que asegura pasar la covid-19.
Una cosa es la inmunidad y otra es que puedas contagiar o no. Acaba de salir una prepublicación hecha por un grupo muy potente de La Jolla, en San Diego, y de Mount Sinai, en Nueva York, que muestra cómo la respuesta inmunitaria memoria, que es la que nos va a proteger frente la infección, se conserva, al menos, hasta los cinco o seis meses después del contagio. Nos hemos basado hasta ahora en datos indirectos de otras infecciones y de contagios por coronavirus, por lo que hemos dicho que, probablemente, los anticuerpos duren unos meses y las células duren unos años. Ahora hay un trabajo de algo más de 180 pacientes, en el que comprueban que tanto los anticuerpos como las células B memoria, así como los linfocitos T de tipo CD4 y CD8 memoria frente al coronavirus, se mantienen hasta los seis meses después de la infección. Con lo cual, esa inmunidad parece que va a ser más larga de lo que pensábamos.
¿Se conoce lo suficiente del virus y de las vacunas como para pronosticar cuándo se alcanzará la inmunidad de grupo?
La inmunidad de rebaño se alcanzará en función de las infecciones que estamos teniendo. Ahora, cuando se haga la cuarta oleada de seroprevalencia, se verá probablemente que ha subido un poquito más la tasa de infectados, pero no mucho. Como vamos a conseguir esa inmunidad de rebaño es vacunando y para alcanzar el 70% tenemos que vacunar a ese porcentaje de la población, que protegería al 30% restante, lo que lleva un tiempo. Por eso, pronostico que todo el año 2021, probablemente, todavía nos lleve conseguirla.
Se puede entender, por tanto, que el indicador para hablar de inmunidad de grupo es el porcentaje de personas vacunadas.
Sí, porque, al final, son los que van a producir los anticuerpos. La inmunidad de rebaño la basamos en la detección de los anticuerpos. Habrá un porcentaje que, igual, no tiene anticuerpos pero tiene células T, que, incluso, protegen mejor.