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13 octubre, 2021La cofundadora de la empresa de neurotecnología Bitbrain, zaragozana de adopción, destaca la expansión de la capital, pero alerta de los riesgos.
A María López no le ha gustado nunca que le pongan etiquetas ni le ha importado salirse de lo convencional. Buena prueba de ello es el deporte que elige para desestresarse después de una larga jornada de trabajo. Entonces, esta matemática cambia el mundo de la tecnología y la neurociencia, en el que trabaja su empresa Bitbrain, por un ring. Se calza unos guantes y unas espinilleras y empieza a dar golpes en el cuadrilátero de un pequeño gimnasio del barrio zaragozano del Actur. Practica 'muay thai' o boxeo tailandés, una disciplina poco conocida que ella descubrió por casualidad en el Gimnasio Seul al que lleva a su hija a clases de taekwondo. "Como me tocaba llevarla les pregunté qué había para mí a la misma hora. Lo probé y ahora estoy enganchadísima", confiesa. Siempre le ha gustado el deporte y recuerda que de niña llegó a jugar algún partido con la selección de baloncesto de Aragón. Necesita el deporte para liberar tensiones. "Se te olvida todo", asegura, sobre la capacidad de desconectar que ofrece el esfuerzo físico.
Zaragozana de adopción, nacida en Almería en 1978, recorrió de niña varias ciudades españolas debido a los traslados de sus padres, matemáticos como luego sería ella, que opositaron a un organismo oficial. El cambio de destino hizo que fuera complicado conseguir el "arraigo" en los distintos lugares en los que se establecían. Este lo ha conseguido en la capital del Ebro. "Suelo decir que soy de Zaragoza cuando me preguntan. Llevo más de la mitad de mi vida aquí", confiesa.
"Su gente es maravillosa, es un sitio estupendo y hay calidad de vida"
Confiesa que volver a mudarse "no era algo que me hiciera especial ilusión, pero quería hacer la tesis y decidí ir". Sin embargo, asegura que la ciudad y los zaragozanos la conquistaron desde el primer momento. "De verla desde Huesca como 'la capital', el hermano mayor, de repente te das cuenta de que su gente es maravillosa, que es un sitio estupendo", cuenta, además de que "hay calidad de vida". Y como muchas personas que llegan de otra ciudad, o incluso para algunos zaragozanos, a lo único que le costó acostumbrarse fue "al viento". La resistencia al cierzo supone el termómetro de la adaptación a la ciudad. En su caso, afirma que lo tiene superado.
'Spin off' de la Universidad
En Zaragoza ha echado raíces. Se convirtió en emprendedora en 2010 con su compañía especializada en el desarrollo de soluciones de neurotecnología para el ámbito de la investigación, innovación y salud, una ‘spin off’ que cofundó tras su paso por Matemáticas e Ingeniería, en la que trabajan 30 personas. Y formó una familia. Tiene un hijo y una hija, con los que reconoce que ha empezado a conocer otra Zaragoza, por ejemplo, durante las Fiestas del Pilar. "He disfrutado de ir con los cabezudos, que les encantan", asegura. Otros años, ya que este no es posible por la pandemia de covid, verlos correr en la calle confiesa que era una experiencia que le hacía sentir que esta es "una ciudad grande, pero a la vez tiene ese encanto".
En este tiempo ha ido descubriendo la ciudad y ha vivido su evolución. "Yo la veo cada vez más bonita", afirma. Entre sus primeros recuerdos cuando llegó al campus universitario del Actur rememora que veía "ovejas que iban a pastar". La urbe se ha modernizado y ampliado su tamaño. "Cuando yo llegué, Puerto Venecia no existía y ahora han levantado toda una ciudad", compara sobre estas últimas décadas de expansión.
Su profesión le obliga a viajar mucho. Su compañía trabaja ahora, entre sus últimos desarrollos, en dispositivos para el insomnio con los que los pacientes puedan hacer su propio estudio del sueño en casa. Sus equipos, utilizados por universidades y otros centros de investigación, monitorizan reacciones humanas como las del cerebro. Aplican la neurociencia de manera práctica. Aún considera "ciencia ficción" poder "leer la mente".
"El covid ha sido un cambio de paradigma para todo el mundo"
Estar siempre en movimiento y lista para preparar la maleta puede que sea una secuela que le han dejado sus años de niña de una ciudad a otra. Desde joven le ha gustado ir ligera de equipaje, con la mochila al hombro y recorrer culturas diferentes en sus vacaciones. "Me fui de viaje de novios a Senegal, de mochileros, a conocer el África Negra y me cambió la manera de ver el mundo", recuerda sobre uno de los viajes que más le han impactado. Y "cuando no había móviles ni internet", recalca, porque bromea con que "ser mochileros digitales como los de ahora está chupado". Compara los efectos que tuvo en ella con vivir una experiencia muy fuerte "como ser padre, que te cambia las prioridades". El último giro lo ha vivido con la pandemia de covid-19, desde que estallara el año pasado. "El covid ha sido un cambio de paradigma para todo el mundo".
Lo que no ha cambiado es su personalidad. "No me han preocupado las etiquetas", dice. Está acostumbrada a trabajar y a estudiar en un mundo, el de la tecnología, ocupado mayoritariamente por hombres. En más de una reunión o jornada ha visto que era la única mujer. "En Matemáticas estaba más igualada, pero en cuanto me fui a Ingeniería y salía a congresos, había poquísimas mujeres". Ahora como emprendedora le ocurre lo mismo, "en las empresas tecnológicas encuentras pocas mujeres", lamenta. Pone el foco en la educación para resolver este desequilibrio de la mujer en ciencia y tecnología. "Hay que empezar desde pequeños", plantea. Recuerda que varios estudios apuntan que el distanciamiento de las niñas de enseñanzas científicas se muestra desde los seis años, en los que "empiezan a no creerse que son buenas". Y ahí arranca un círculo vicioso. "Si dejas de intentarlo, no entrenas tu cerebro y pierdes habilidad".
"Tenemos de todo, pero sin las molestias de una capital como Madrid y Barcelona, sin atascos de media hora"
Su mirada de admiración hacia la ciudad no impide que se preocupe también por los peligros que pueden acecharla. "Me asusta un poco que se esté expandiendo mucho en los últimos años", dice. Con el tamaño actual de ciudad «tenemos de todo, pero sin las molestias de una capital como Madrid y Barcelona, sin atascos de media hora», pone como empleos.
"Tiene lo bueno de una capital grande, en la que puedes hacer de todo y encuentras muchas opciones de ocio, pero sin pagar el peaje de atascos o el desapego", cuenta. En este sentido, valora que se esté haciendo un esfuerzo por "dar más peso a lo verde".