"Empecé a tener síntomas en el año 2007, pero eran prácticamente inapreciables. Comencé con tortícolis, que yo achacaba a la práctica del frontón, pero luego los síntomas se fueron agravando y tuvieron que operarme de urgenciaun año después porque la vértebra cervical C3 había desaparecido. El médico ya lo sospechaba y en la operación se confirmó". Así explica Luis Colomer, de 68 años, doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, catedrático de Filosofía de bachillerato y profesor de Musicología en la Universidad de Salamanca, cómo supo que padecía mieloma múltiple.
Han pasado 14 años desde entonces y Colomer es uno de los pacientes que ha ido siendo rescatado gracias a distintas terapias, muchas de ellas en el marco de un ensayo. El último en el que está inmerso (y es el quinto) en la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y de la mano del laboratorio Janssen, aborda el tratamiento con un anticuerpo biespecífico con el que Colomer lleva más de dos años y medio en remisión completa de la enfermedad.
Es un claro ejemplo de todo lo que ha sido la evolución de la terapia del mieloma, donde se han ido generando nuevas combinaciones y nuevos fármacos para tratar a pacientes que han ido recayendo a las primeras generaciones de tratamientos", comenta Paula Rodríguez, hematóloga y coordinadora médica de la Unidad Central de Ensayos Clínicos en la CUN, donde recaló este paciente por recomendación de los especialistas que le trataban entonces en Zaragoza.
Cada año se diagnostican en España entre 2.500 y 3.000 nuevos casos de mieloma múltiple, unas cifras que sitúan a esta enfermedad en el segundo puesto de los cánceres hematológicos más frecuentes, tras el linfoma.
Hoy, 5 de septiembre es el Día Mundial dedicado a esta enfermedad que se diagnostica, mayoritariamente, en personas de más de 65 años, pero que también se manifiesta por debajo de esta edad (el 15% menor de 50 años, según la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia). La media de supervivencia global ha pasado de los 3-5 años a los 7-10 años gracias a los nuevos tratamientos.
Este tumor hematológico está provocado por la proliferación maligna de las células plasmáticas, que se encuentran en la médula ósea y producen anticuerpos, también llamados inmunoglobulinas, encargados de hacer frente a las infecciones. "Las personas sanas tenemos un 2%-3% de células plasmáticas. Podría pensarse que son muy pocas, pero hablamos de esos porcentajes dentro de millones de células de la médula", señala Jesús San Miguel, director de Medicina Clínica y Traslacional de la Universidad de Navarra, director médico de la Clínica Universidad de Navarra y director científico del Cima Universidad de Navarra.
Cada una de esas células plasmáticas es diferente de las otras para producir toda la gama de anticuerpos. El problema del mieloma es que una de esas células se transforma y da lugar a un clon, a un grupo de células hijas todas ellas iguales, con lo que producen los mismos anticuerpos y desplazan a las otras células plasmáticas que tendrían que producir otros anticuerpos", explica detalladamente San Miguel.
Entre el 30% y el 40% de los casos el diagnóstico es casual a través de un análisis de sangre convencional, "y en el otro 60% se diagnostica porque el paciente va al médico o porque tiene dolores óseos, o anemia o porque tiene insuficiencia renal", apunta San Miguel. Lo más frecuente, según dice, es el dolor de espalda, "pero también puede ser dolor costal, o en una pierna, un brazo porque afecta más a los huesos largos".
En el caso de Luis Colomer se manifestó en el cuello con un dolor que, en un principio, ni él ni su traumatólogo de entonces dieron mucha importancia, como él mismo afirma. Tras el diagnóstico, y ya en la CUN, "recibió la terapia habitual de primera línea y en marzo de 2010 se le realizó un autotrasplante de médula y un tratamiento de mantenimiento. Con ello, la enfermedad estuvo controlada unos años, pero como suele darse en la historia habitual de muchos de estos pacientes, recayó", relata la doctora Rodríguez.
Fue entonces cuando los especialistas de la CUN, después de cuatro años de haber tenido controlado el mieloma le remitieron a los ensayos clínicos que se realizaban en el centro, "en los que llevo participando ocho años", apunta Colomer, que está en la quinta línea de tratamiento.
Una de esas últimas terapias, la penúltima concretamente, fue con células CAR-T dirigidas frente al antígeno BCMA, con la que Colomer obtuvo "una respuesta muy buena que duró hasta 14 meses", comenta la hematóloga de la CUN.
La terapia con células CAR-T está basada en la utilización de las propias células (los linfocitos T) del paciente, "que se extraen, se transforman genéticamente en el laboratorio y se estimulan para que puedan reconocer a la célula tumoral. Esos linfocitos modificados se le vuelven a infundir al enfermo para que destruya las células tumorales cuando las reconoce", explica el doctor San Miguel.
A pesar de la repuesta positiva durante un año y dos meses, "y con una calidad de vida extraordinaria", añade San Miguel, Colomer volvió a recaer. "Pero se le ha vuelto a rescatar y se le está tratando en un nuevo ensayo con un anticuerpo biespecífico, Talquetamab, con el que lleva más de dos años y medio en remisión completa", señala el director médico de la CUN.
Talquetamab, que no dispone de aprobación aún de las agencias reguladoras, se dirige tanto a la molécula GPRC5D, una nueva diana del mieloma múltiple, como a CD3 en las células T.
Fuente: El Mundo