Ser mujer es un condicionante en la carrera de muchas personas en su camino hacia la felicidad y la libertad plena. Pero ser mujer y padecer una dolencia psíquica hace ese recorrido mucho más complicado. Por ello, desde el Centro Neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen, en Garrapinillos, Zaragoza, han puesto en marcha el proyecto Doble Estigma, una iniciativa que tiene como fin fomentar la participación social y el empoderamiento de las mujeres con enfermedad mental que residen en este centro. Asimismo, se tratará de romper con los prejuicios existentes entre los usuarios masculinos.
El proyecto se basa en toda una serie de talleres, cada uno de los cuales estará centrado en una temática. Se llevarán a cabo sesiones en grupo en las se presentarán dinámicas vinculadas a los roles de género que, después, se pondrán en práctica. «Por ejemplo, en una de las dinámicas se mostrarán diferentes imágenes de hombres realizado actividades que podrían vincularse al rol femenino, como el hecho de planchar, y de mujeres con roles atribuidos de manera frecuente a los hombres, como la profesión de albañil, y se hablará sobre ello», explica Irene Barrera, responsable e ideóloga de Doble Estigma. «En la sesión práctica, los hombres serán los encargados de preparar la comida, en el marco de un taller de cocina, pero simulando que están en su casa, a cargo de los hijos, mientras su mujer trabaja», añade.
La responsable explica, asimismo, que otra de las dinámicas será, por ejemplo, el análisis de las letras de las canciones de reguetón –muy escuchadas por los usuarios masculinos del centro– prestando especial atención al mensaje que transmiten para valorar si es adecuado.
Menos participación de ellas en el deporte
Los talleres comenzaron este lunes, 8 de marzo, y nacen a raíz de observar de que las mujeres del centro no participaban en determinadas actividades, como las deportivas. «El porcentaje de participación de hombres en estas actividades es del 75% en comparación con el 25% de las mujeres», señala Barrera. En cambio, según la responsable del proyecto, estos porcentajes se invierten en las actividades más enfocadas al cuidado y bienestar de los demás, como, por ejemplo, los talleres de cocina. «Las usuarias femeninas del centro también dedican menos tiempo al descanso o a sus propios intereses», añade.
Así, en el marco de este proyecto se ofrecerá una educación no sexista y se promoverá la preservación de los derechos fundamentales y la autonomía de las mujeres que, por su género y su estado de salud, se ven sometidas a una estigmatización que puede agravarse cuando se vive en un centro. «El hecho de vivir en una institución psiquiátrica comporta que estas mujeres quieran ser aceptadas por el resto de usuarios, por lo que adoptan aquellos roles que consideran que contribuirán a esta aceptación», afirma Barrera. Ahora, luchan y educan para que eso cambie.