Son muchos los aragoneses que han decidido quedarse en sus lugares de trabajo y residencia habitual a pesar de la declaración del estado de alarma y el cierre de fronteras que se ha producido en varios países del mundo. Es el caso de la viróloga zaragozana Nerea Irigoyen, residente en Reino Unido donde dirige un grupo de investigación en la Universidad de Cambridge. A pesar del confinamiento, la investigadora sigue trabajando desde casa. Hoy su labor es quizá más importante que nunca pues el nuevo coronavirus mantiene en vilo a la comunidad científica de todo el mundo.
Licenciada en Farmacia y doctora en Biología Molecular en la especialidad de Virología, actualmente centra sus investigaciones en el virus del Zika aunque también mantiene algunas líneas abiertas en torno al coronavirus. “No es la primera vez que pasa algo así. En realidad, tras lo ocurrido con el virus del SARS de 2003 deberíamos haber estado preparados para esto”, opina la experta.
A su vez, advierte que es algo con lo que la comunidad científica de todo el mundo contaba, pero jamás pensaron que podría desarrollarse de esta manera: “Sabemos, a ciencia cierta, que muchos virus son potencialmente pandémicos. Y también esperábamos que llegase una pandemia, lo que no imaginábamos es que sería provocada por un coronavirus”.
"Tras lo ocurrido con el virus del SARS de 2003 deberíamos haber estado preparados para esto"
Se trata, en su opinión, de una crisis sanitaria que ha demostrado al mundo que no estaba preparado para hacerle frente. “Seguramente, cuando se detectaron los primeros casos en España el virus ya llevaba circulando un tiempo. Ahora se asume que todo esto empezó a mediados de noviembre en China pero hasta principios de enero no se aisló el virus y las primeras restricciones todavía tardaron un par de semanas más. Aunque parecía que el virus estaba bastante confinado en Wuhan, pudo haberse escapado y expandido por el resto del mundo antes de lo que pensamos”, incide.
En esta misma línea, Irigoyen asegura que otro de los factores más sorprendentes de esta pandemia tiene que ver, precisamente, con su origen. “Los coronavirus humanos son responsables de los resfriados comunes y se caracterizan por tener poca patogenicidad. Al menos así era hasta que surgió el SARS en el año 2003”, explica. La experta reconoce que esta epidemia que sacudió China hace 17 años lo cambió todo, dejando cientos de muertos antes de lograr ser contenida a mediados de ese mismo año.
"Seguramente, cuando se detectaron los primeros casos en España el virus ya llevaba circulando un tiempo"
El actual coronavirus, denominado SARS CoV-2, es muy parecido a su predecesor pero cuenta con ciertas diferencias. De nuevo tiene su origen en una especie animal y, de ahí, logra pasar al ser humano en un proceso que se llama zoonosis viral que simplemente quiere decir que un virus que infecta animales ha logrado cruzar la barrera de las especies y puede empezar a infectar a humanos.
Sin embargo, si bien es cierto que se trata de un virus muy semejante al SARS, su mortalidad es inferior aunque presenta una capacidad de propagación mucho más alta. “El primer SARS tenía un 10% de mortalidad frente al virus que causa la Covid-19 que se podría situar entre el 1 y el 2% pero se transmite mucho mejor, por eso es tan importante el confinamiento, porque si afectase a todo el planeta estaríamos hablando de cifras muy altas”, explica.
"Este virus es capaz de replicarse en la garganta y fosas nasales de los pacientes asintomáticos convirtiéndolos en portadores en potencia"
Otro de los factores que lo vuelven más contagioso tiene que ver con su capacidad de reproducirse en el tracto superior respiratorio: “Al parecer, este virus es capaz de replicarse en la garganta y fosas nasales de los pacientes asintomáticos convirtiéndolos en portadores en potencia”. El problema no reside en estos pacientes, sino en aquellos en los que el virus logra bajar hasta los bronquios y los pulmones. “Conforme baja se vuelve más peligroso”, advierte.
También destaca por su composición ya que el coronavirus cuenta con una envuelta lipídica que utiliza para acceder a las células sanas del organismo. Es decir, si ésta se destruye se evita que logre acceder a nuestro organismo. “El jabón es capaz de romper la membrana lipídica que envuelve al virus, por eso es tan importante lavarse las manos y controlar los hábitos de higiene”, destaca Irigoyen.