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Durante una jornada de trabajo cualquiera en una uci de Traumatología, la enfermera Paula Betés reparó en que, después del aseo de los pacientes, la mayor parte neurocríticos, muchos de ellos experimentaban efectos adversos que desestabilizaban su estado general. De modo que se puso a estudiar cómo evitarlos, y concluyó que medidas preventivas como modificar los parámetros ventilatorios, administrar fármacos vasoactivos y sedación, y aumentar el tiempo destinado al proceso de higiene diaria ayudaban al bienestar de los pacientes. Todo ello lo plasmó en su trabajo de fin de máster, que tituló ‘Eventos adversos durante el aseo de pacientes neurocríticos’ y que le ha valido el reconocimiento del Premio Nacional de Enfermería Ciudad de Sevilla, un prestigioso certamen convocado por el Colegio de Enfermería de la capital andaluza que ya va por su trigesimoséptima edición, y que reconoce los trabajos de investigación o estudios monográficos inéditos de estos sanitarios.
Lo más importante de todo para Paula, dice, es que recibe el aplauso de sus compañeros de profesión: “Estoy orgullosa y feliz porque este tipo de estudios requieren perseverancia y esfuerzo, y es un plus que los propios enfermeros sean quienes lo evalúen y valoren”, asegura esta joven de 28 años, nacida en Tauste y que actualmente trabaja en el servicio de Anestesia del Hospital Clínico de Zaragoza. Presentó el trabajo porque tenía la oportunidad de sentirse reconocida a través de él y porque ya en su momento logró una buena calificación y sus coordinadores del máster le dijeron que estaba muy bien, pero admite que “no esperaba ganar”. “No sé si tendrá más trascendencia, más allá de que publicar trabajos nos puntúa, y eso suma a la hora de presentarse a una oposición o de optar a un contrato”, añade.
Sus compañeros del Clínico se van enterando con cuentagotas del reconocimiento logrado por esta joven cincovillesa, y empiezan a felicitarle tras leer la noticia en el boletín del Colegio de Enfermeros de Zaragoza o en alguna web de las Cinco Villas. Pero reconoce, humilde, que no lo va contando por ahí. “Llevo desde octubre en el hospital, primero en cirugía vascular y desde el 1 de febrero en anestesia. No tengo confianza suficiente con los compañeros, aunque hoy me ha llamado la directora de enfermería para felicitarme”, explica.
"Voy a trabajar y no me parece que sea un sacrificio"
Dedicarse a cuidar a los demás rondaba en la cabeza de Paula Betés desde que tiene recuerdos. “Desde muy pequeña me gusta preocuparme por el bienestar de los que me rodean. Soy muy curiosa con la salud de la gente cercana, y siempre supe que quería dedicarme a algo relacionado con la sanidad”, cuenta. Ya en 4º de la ESO se enfocó hacia la enfermería, y nunca se ha arrepentido de su decisión. ¿Lo que más le gusta? “Que voy a trabajar y no me parece que sea un sacrificio. Para mí, es muy gratificante ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida, soy feliz en mi trabajo”, expone. Incluso en estos tiempos tan duros que estamos viviendo por culpa de la pandemia de covid-19: “Aunque las cosas se vean duras, siempre tengo algo positivo y humano que contar cuando vuelvo a casa”, asegura.
Una encuesta del Consejo General de Enfermería publicada este pasado lunes desvela que casi la mitad de los enfermeros españoles ha pensado en algún momento dejar su profesión por el agotamiento físico y mental sufrido durante la crisis sanitaria, y un tercio no volvería a elegir estos estudios. Entre otros resultados, destaca que más del 84% de los profesionales han estado afectados a nivel emocional y de salud mental, en especial los que trabajan en las ucis -donde hay un índice de mortalidad mucho más elevado que en otras áreas-, seguido de los de urgencias y atención primaria.
En este sentido, Paula Betés asegura que a ella las cosas malas se le olvidan “pronto” y siempre tiende a quedarse con lo positivo, aunque cuando comenzó la pandemia, hace casi dos años, trabajaba en el servicio de urgencias del Hospital Royo Villanova y allí vivió, como en el resto de hospitales del país, una gran carga de trabajo que le hacía llegar a casa “agotada y con una gran ansiedad por el desconocimiento que había de algo tan nuevo”. Los trabajadores de ese centro de salud tuvieron la oportunidad de participar en grupos de terapia para aprender a manejar la situación, y allí pudo desahogarse y hablar con sus compañeros, para así sentirse “comprendida”.
Con todo, lo que más “rabia” le da es cómo, a su entender, se ha tratado al personal sanitario contratado, como ella. “Cuando te necesitan, cuando hay una pandemia, te contratan, pero cuando ya no eres útil te dan la patada”, se queja. Sin tener en cuenta, afirma, “que hemos estado allí, en los peores momentos, dando lo mejor de nosotros, y sabiendo que también vamos a estar allí cuando vuelvan a necesitarnos”. Por ello, denuncia la “sobrecarga de trabajo tan grande” que viven estos profesionales desde mucho antes de la crisis sanitaria del coronavirus.
Fuente: Heraldo de Aragón