El confinamiento domiciliario se vislumbra como la última baza a jugar para reducir de forma muy notable el coronavirus cuando todo ya han fallado. Antes de ello, los epidemiólogos abogan por cumplir las medidas más estrictas decretadas, sobre cuya efectividad no todos coinciden.
¿Qué ha llevado a Aragón a encontrarse en estos momentos entre las comunidades con mayor incidencia? "Partíamos de un suelo alto con un elevado número de contagios a lo largo de septiembre y a partir de allí la situación se complica", responde el director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola. El repunte de las últimas semanas lo atribuye a la "movilidad interna" en la Comunidad durante el puente del Pilar y a la llegada del frío otoñal, que invita a hacer la vida en espacios cerrados.
Badiola también achaca esta gran incidencia a que la Administración no llega a "acotar de manera clara los nichos de contagio significativos" y a las personas que incumplen los aislamientos.
Sobre el toque de queda asegura que se trata de una media que tiene mucho de "seguidismo e imitación" y no hay datos sobre sus resultados. "Al final, afirma, la relación coste beneficio no es la adecuada". Defiende la efectividad del confinamiento de todo Aragón, sobre todo porque también está vigente en las comunidades del entorno y "puede tener efectos importantes sobre la transmisión de la pandemia en el Valle del Ebro". Cree que este es un buen momento para llevar a cabo test antígenos en los barrios o localidades donde haya una mayor coincidencia. Badiola no se atreve abogar por un nuevo confinamiento domiciliario, pero no descarta que si no hay una mejoría se llegue a uno de dos o tres semanas para "bajar drásticamente" los contagios.
Para el epidemiólogo y profesor de Veterinaria, Nacho de Blas, es "demasiado pronto" para quemar "la herramienta" de los confinamientos domiciliarios. Antes de ello considera que todavía hay margen para incrementar los rastreos, facilitar aislamientos a las personas con problemas para cumplirlos, potenciar el uso del Radar Covid entre los jóvenes y apostar por la ventilación este invierno "ya que cada vez hay más evidencias científicas de la transmisión por aerosoles".
De Blas atribuye los malos datos de Aragón a que el virus "se ha distribuido muy uniformemente", a diferencia de lo que ocurrió en la primera oleada, a que Aragón partió de "un escalón más alto" que el resto tras un verano conflictivo y al "exceso de movilidad" durante el puente del Pilar.
Este epidemiólogo cuestiona los confinamientos perimetrales, "que no tienen sentido cuando todo Aragón está igual de mal", y plantea que se limiten a los fines de semana "para evitar los desplazamientos prescindibles vinculados a las relaciones sociales y el ocio". Acerca del toque de queda mantiene que puede ayudar a controlar "acciones irresponsables" siempre y cuando se apliquen las sanciones que están previstas.