El periódico ‘La Comarca’ entrevista a Rebeca Sanz, investigadora en inmunómica del cáncer y biomarcadores en el IIS Aragón. Llevó el programa ‘Conócelas’ de ASEICA a las aulas del CRA Bajo Martín
La urreana fue el rostro de las científicas para el alumnado del CRA Bajo Martín, por cuyas aulas pasó para explicar cuál es su labor pero, sobre todo, para mostrar que las investigadoras son mujeres con vidas normales y corrientes. Es el cuarto año que participa en este programa que impulsa ASEICA a nivel estatal con motivo del Día Internacional de la Mujer y Niña en la Ciencia, pero es el primero en el que imparte estas charlas en colegios. Además de en varios centros de Zaragoza y su provincia, en la turolense se centralizaron en el CRA Bajo Martín que comprende las aulas de La Puebla de Híjar, Samper de Calanda, Vinaceite y Urrea de Gaén, el colegio donde ella estudió. «Les pongo fotos de cuando yo iba a ese mismo cole y es gracioso, se sorprenden mucho», dice. La bióloga ya salió a estudiar a Barcelona y allí inició su carrera hasta que en 2021 pudo regresar a Aragón sin renunciar a ella. Celebra que se sigue avanzando en investigación, y en las condiciones de la propia carrera investigadora. No obstante, aunque sí existe paridad en los estudios, no sucede lo mismo a la hora de continuar una carrera y llegar a puestos de responsabilidad. «En los colegios no lo explico porque son muy pequeños, pero en los institutos sí lo analizamos, es que en la figura de investigador principal seremos un 30% frente al 70% de hombres», añade. En marcha lleva tres proyectos en investigación, por lo que prevé unos «años prósperos», aunque siempre es cauta porque «nunca se sabe con la financiación». Confía en que este regreso a casa sea definitivo.
¿Qué balance realiza de las charlas en el CRA Bajo Martín, su casa?
El objetivo era mostrar que somos gente con vidas comunes, que no somos como Doc, de ‘Regreso al futuro’, que sale en algún juego que les hago. Incido en que aprovechen cada asignatura porque todas las necesitarán. En ciencia, Inglés o Lengua para redactar proyectos o publicar son necesarios. Siendo un CRA las edades eran variadas y preguntan de todo, desde si conozco a su tía hasta qué he estudiado. He disfrutado y creo que les ha gustado.
Hago mía la pregunta de los pequeños: ¿cómo supo su camino?
Quería ser arqueóloga, bibliotecaria, maestra… Tenía curiosidad pero no sabía cómo materializarla hasta que los Reyes me trajeron el Micronova y me fascinó. En el instituto lo tuve claro pero Biología es muy amplio. El último año de carrera cursé la optativa Biología Molecular del Cáncer y no dudé.
En una profesión indispensable, ¿qué hay que cambiar? Lemas como el de ‘becarios precarios’ calaron hondo.
Siendo estudiante predoctoral no teníamos ni Seguridad Social y se logró porque se luchó mucho. Sigue siendo muy difícil conseguir un puesto fijo y vas empalmando becas. La media de edad de estabilización supera los 40. Mucha gente abandona. Y sigue habiendo mucha burocracia: sacar un proyecto es buscar financiación para investigación y personal.
Mucha gente lo deja o se va fuera.
También. Y mucha se va para solicitar ayudas en España que requieren haberte ido.
¿Penaliza no haber salido al extranjero?
Mucho. Hay mucha controversia. Yo me salté el paso porque salió la oportunidad de trabajar un año con un oncólogo. Siempre he intentado que me gusten los proyectos más que seguir la corriente y he compensado el currículum con otras cosas. Que se valore me parece bien, pero que sea un requisito que pese tanto… no sé. Ahora estoy con un proyecto con norteamericanos y hablo con la compañera californiana desde Urrea.
¿Se puede ser científica desde el medio rural?
Hago bioinformática y trabajo con un servidor al que me puedo conectar desde donde sea y en Urrea tenemos muy buena fibra óptica. Al menos dos días a la semana voy a Zaragoza en tren desde La Puebla.
¿La conciliación es posible?
En el IIS tenemos flexibilidad horaria y me ha dado vida y tranquilidad. A veces la investigación lleva sus tiempos e igual lanzas procesos al servidor y están horas ejecutándose. Con dos niños me organizo mejor.
Mujer y ciencia, ¿cómo es la relación?
En carreras STEM y, especialmente las bio, hay más chicas que chicos. El problema viene luego, hay pocas que llegan a puestos de liderazgo porque la maternidad o el cuidado de padres, por ejemplo, se penaliza y muchas lo dejan o se bajan de categoría. En investigadoras principales somos el 30%. Un señor mayor me dijo que las ideas salen cuando «nos quedamos los últimos». Y es así, pero no nos podemos quedar a alargar cafés. Las cosas van cambiando. Hacemos alianzas y hablamos en otros tiempos.
¿Cómo ve a Aragón en investigación?
Muy bien, ahora hay mucho movimiento. Acaban de anunciar que el congreso anual de la Asociación Española de Investigación Sobre el Cáncer será en Zaragoza. Es buena señal.
No sé si es percepción particular, pero ¿se está divulgando más?
Sí, y entre nosotros hablamos y colaboramos y eso también atrae a más gente. Se va haciendo una red importante. ASPANOA o la AECC ayudan mucho.
¿En qué sentido?
A través de las actividades que promueven realmente consiguen financiación con la que atraen a investigadores. Siempre he pensado que el dinero tiene que venir de lo público, pero ahora que los he conocido es de admirar. Y distribuyen los recursos muy bien con un buen proceso de evaluación.
¿En qué proyectos trabaja ahora?
Uno versa sobre metástasis pulmonares, que empecé en Barcelona y me lo han financiado en Aragón. Otro es una colaboración con Nacho Aguiló sobre cómo las células que proceden de un órgano que es muy diferente como el colon o la piel, una vez en el pulmón parece que todas tienen unas características en común para evadir el sistema inmune. El tercer proyecto lo vamos a iniciar con ASPANOA para ver si podrían funcionar en niños las vacunas de las que se habla últimamente. Primero lo investigaremos solo con bioinformática.
¿Qué se sabe de estas vacunas?
No son vacunas contra el cáncer como se está diciendo, son tratamientos muy individualizados. Reconocen el tumor de un paciente y lo eliminan pero solo ese. Se sigue investigando y queremos ver qué recorrido puede tener en cáncer infantil.
¿Es un reto el equilibrio entre divulgación y crear expectativas?
Hay que tener cuidado. Nos equivocamos o llegamos a conclusiones que a los dos años resulta que eran erróneas. La ciencia es así. Estudiar una enfermedad no quiere decir que la vayamos a curar, estamos para entenderla. Ojalá me quedara yo sin trabajo pero queda camino. No obstante, aunque no tan rápido, sí se está avanzando mucho.
Fuente: La Comarca
Fotografía: Asier Alkorta – Aspanoa