Rocío Mateo es aragonesa, doctora en Medicina, nutricionista e investigadora de largo recorrido en el campo de las enfermedades cardiovasculares y la dislipemia (alteración de los niveles de lípidos y proteínas en la sangre, especialmente colesterol y triglicéridos) y otras enfermedades como la diabetes. Es coordinadora del Grado de Nutrición de la Facultad de Medicina en la Universidad de Zaragoza, donde también ejerce de profesora. En estos momentos codirige junto a la doctora Itziar Lamiquiz-Moneo (profesora de Neuroanatomía en la misma facultad) una investigación basada en dos dietas hiperproteicas e hipocalóricas para diabéticos o prediabéticos, que se desarrolla en el marco del grupo de Dislipemias Primarias del Hospital Universitario Miguel Servet, dirigido por el catedrático de Medicina Fernando Civeira.
“Llevamos siete años -explica Mateo- analizando la aplicación de dietas ricas en proteínas; inicialmente nos centramos en su papel con la pérdida de peso entre la población en general, a fin de ayudar a la resolución de situaciones de sobrepeso y obesidad. Este tipo de dieta es beneficiosa para la meta de adelgazar, porque maximizan la pérdida de grasa corporal y minimizan la de masa muscular. También comprobamos que bajaban los triglicéridos y la glucosa en sangre; por eso pensamos que podía ser interesante ver su incidencia en pacientes diabéticos. Entendimos que el siguiente paso era el abordaje actual: ver si todas las proteínas tienen esos mismos beneficios o hay alguna que tiene más”.
El concepto de prediabético necesita de aclaración. “Hablando de la diabetes tipo II, la más frecuente, se observa normalmente una fase previa, que puede durar incluso años; el paciente presenta cifras altas de glucosa en sangre, pero no ha desarrollado aún la enfermedad. Es un periodo crucial, porque si la persona hace un cambio en su autocuidado y hábitos, tanto alimenticios como de ejercicio, podría no desarrollar la enfermedad. Por otro lado, si no varía la evolución clínica, se desarrolla la enfermedad y todas las complicaciones que conlleva, la alimentación y el estilo de vida son claves a la hora de combatir muchísimas enfermedades, pero en la diabetes son factores absolutamente fundamentales, tanto en la prevención como en el tratamiento posterior. La vista, los problemas renales, los cardiovasculares, la circulación periférica… son muchas las complicaciones de la diabetes y a veces cuesta transmitir esto al paciente, porque no nota nada en los primeros años, pero los problemas acaban llegando”, explica Mateo.
Se buscan candidatos
La investigación que dirigen Mateo y Lamiquiz precisa de voluntarios con un exceso de peso corporal y diabetes o prediabetes, que no estén aún tratados con insulina (sí se admite un tratamiento por metformina) y que sean conscientes de que la dieta asignada no será de su elección; recibirá una de las dos propuestas. “Buscamos gente con un índice de masa corporal por encima de 27,5. Empezó justo antes del confinamiento de 2020 con un pequeño grupo, pero se interrumpió por la situación sociosanitaria y dadas las múltiples olas de covid, ha marchado muy despacio, con muy poca gente”.
Dos tipos de dieta
La investigación se apoya en dos líneas. “Ambas dietas tienen un patrón hiperproteico; la diferencia es la procedencia, porque en una de ellas la proteína es de tipo animal, y en la otra, vegetal. La meta es ver si las dos dietas funcionan igual de bien o una es mejor. También se analizan marcadores específicos, como la acción de hormonas intestinales que condicionan la saciedad y el apetito… obviamente, el factor saciante ayudaría a mantener la fuerza de voluntad en la dieta durante esos seis meses, y también a mantener los hábitos regulatorios adquiridos. Para el estudio los pacientes no deben tomar ningún tipo de medicación; simplemente se trata de seguir la dieta y, al mismo tiempo, mantener las condiciones de vida previas con la mayor estabilidad posible”.
Mateo quiere lanzar una reflexión sobre las famosas dietas milagro. “Hacer una dieta siempre es complicado, e implica tener en cuenta muchos factores. Creo que mucha gente sigue intentando buscar el milagro de una solución con poco esfuerzo y beneficios evidentes a corto plazo que se mantengan en el tiempo, y eso es imposible; lo ideal es un cambio de hábitos hacia lo saludable, que tiene beneficios a medio y largo plazo. Es cierto que la población está cada vez más concienciada sobre la relevancia de la alimentación en la salud, y creo que los profesionales debemos aprovechar esta tendencia para que el mensaje cale hondo”.
Fuente: Heraldo de Aragón