El malestar psíquico clínicamente significativo es frecuente entre los pacientes ingresados en plantas médicas de hospitales generales y en un 10% de los enfermos sería recomendable la intervención de un especialista en salud mental, según los estudios multicéntricos que hemos realizado en nuestro país, dentro de proyectos europeos Biomed auspiciados por la Unión Europea.
Está asimismo documentado que dicha morbilidad psíquica complica el curso de la enfermedad corporal, agrava su pronóstico y encarece su tratamiento, y consiguientemente debería ser tratada.
En un artículo reciente en estas mismas columnas presentamos un caso de ‘delirium’, un dramático cuadro psicótico de origen ‘orgánico’ cerebral, que a menudo surge en mayores, sin antecedentes psiquiátricos, como complicación de una enfermedad médica importante. Estos casos, que como en ese ejemplo pueden aterrar a los familiares y causar importante alteración en una planta médica, están entre los más frecuentes motivos de ‘inter-consulta’ a Psiquiatría desde servicios médico-quirúrgicos, como documentan los estudios multicéntricos citados. Frecuentes son también otros cuadros que necesitan una explicación biológica, como las depresiones ‘orgánicas’ directamente causadas por una lesión cerebral, el caso de los ictus; y casos, por el contrario, psicológicamente ‘comprensibles’, tales como las importantes reacciones adaptativas en pacientes con cáncer o enfermedades neurológicas incapacitantes.
En esta era de la ‘medicina basada en la evidencia’, el modelo de la PPE se fundamenta en los sólidos datos ‘empíricos’ citados, incluyendo datos de eficacia y eficiencia de las intervenciones; pero se fundamenta además en los principios de la medicina humanística y psicosomática, de amplia raigambre en nuestro país, que busca la ‘atención integral’ de todos los pacientes, atendiendo tanto a su esfera somática o corporal como también a su esfera psicológica.
Una encuesta nacional reciente del Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Psiquiatría (GT, SEP), coordinada desde Zaragoza y publicada en el ‘Journal of Psychosomatic Research’, ha documentado que actualmente tienen una unidad especializada el 60% de los hospitales públicos del sistema nacional de la salud encuestados (incluyendo todos los zaragozanos); casi sin excepción, estas unidades mantienen programas ‘de enlace’ y una intensa actividad clínica. El papel fundamental jugado por las UPPE españolas durante la epidemia de covid ha sido resaltado por opiniones autorizadas de la SEP, y ha sido documentado en una nueva encuesta que hemos publicado estos días en la misma revista internacional; aunque también documenta la encuesta el precio pagado en altos niveles de estrés y ‘burn-out’ de los equipos profesionales. El citado GT ha iniciado ahora una campaña nacional para que puedan desarrollarse unidades, suficientemente bien dotadas, en todos los hospitales españoles.
Las UPPE cumplen actualmente, además, un importante papel formativo, más allá de la prescriptiva rotación en ellas de todos los MIR de Psiquiatría del país. Pero este tema docente, así como la descripción de su activa investigación ‘traslacional’, de aplicabilidad clínica de los hallazgos, pueden merecer otro futuro artículo.