Dentro de poco, los mayores también tendrán su vuelta al cole en la Universidad de la Experiencia. ¿Cómo se plantea este curso?
Por el tipo de población a la que nos dirigimos, en marzo fuimos los primeros en cerrar y en mayo ya vimos que había que tomar una decisión difícil y dolorosa: este curso no podía ser presencial. No podemos meter a cien personas en un aula, así que va a ser ‘online’, accesible desde móvil, tablet u ordenador, para que con un click puedan ver la clase y también hacer preguntas al profesor. Nos duele porque la Universidad de la Experiencia tiene un papel socializador: los alumnos vienen con interés por el conocimiento, pero también por ese cafecico entre clase y clase y el grupo de amigos que crean.
¿Hay brecha digital?
Los mayores están muy puestos en tecnologías... ¡más que yo, que ya podría estar en tercero de la Universidad de la Experiencia! Este curso, durante el confinamiento, me he puesto al día con ayuda de mis alumnos de grado y de máster. Nuestro lema es que nadie se quede atrás, así que aconsejo que pregunten, que nos llamen si tienen dudas.
Para apuntarse uno tiene que ser mayor de 55 años o estar jubilado. Será porque me veo ya cerca de esa edad, pero ¿no es muy pronto?
Las universidades europeas han visto que a partir de esa edad la única formación que suele ofrecerse es para rendir más en el trabajo.
Cada vez vivimos más años.
Por eso, más que en retrasar la edad de inicio, en lo que se piensa es en ampliar vías. Ahora, tras sus ocho años reglamentarios, no pueden continuar y es un drama de llorar: "¡Me estás echando!", nos dicen. Así que estamos trabajando en abrir nuevas vías, como que pudieran investigar sobre un tema que les interesara, pero no metiéndose en un rincón, sino en grupo; o que contribuyan a mejorar la sociedad, como agentes promotores de salud o guías voluntarios en su ciudad, por ejemplo.
Personalmente, ¿se ha planteado seguir estudiando cuando se jubile?
Mis hijos me dicen: "Papá, ¿cuándo vas a dejar de estudiar?". Hay gente que cuando se jubila lo que quiere es irse a Benidorm, pero yo soy curioso y no me da la vida para atender a todo lo que me interesa, por ejemplo el periodismo o el arte. Hay cosas que necesito seguir aprendiendo.
Es profesor de Psicología, ¿cómo saldrá la sociedad de esta pandemia?
Estamos cambiando, no sé si para bien o para mal. Cuando todo empezó, ya lo decía: el miedo se contagia más rápido que el virus. Pero, claro, el miedo también nos previene, así que hay que cambiar el miedo por respeto al virus, porque está muriendo gente y hay que cumplir una serie de normas. Buscando un equilibrio en la ecuación sanidad-educación-economía. La economía es importante, pero la salud es importantísima.
¿Qué aprenderemos?
En lo cotidiano, estamos aprendiendo a ser equilibrados porque también hay que vivir. Hay que lavarse las manos, pero no de forma obsesivo-compulsiva. Ni generar fobia social y no atreverse a salir a la calle. Como personas estamos viendo que tenemos que cuidarnos unos a otros. Como sociedad, tenemos que aprender que hay que invertir en investigación. Porque vendrán más problemas. Un Gobierno no puede decir: como no hay sanitarios, voy a mandar a 3.000 militares.
Ha estudiado los factores psicosociales en el trabajo, ¿el teletrabajo estresa?
Estresa la teleburocracia: registrarse, darse de alta, recibir claves, bajarse aplicaciones... Y a algunos locos como yo nos cuesta poner límites y trabajamos a las dos de la mañana o en Nochevieja.
¿Echa de menos a sus alumnos?
Con emails, llamadas, whatsapp..., nunca habíamos estado tan en contacto como el curso pasado, que ha sido de los más bonitos por eso, pero estoy deseando reencontrarme con ellos la semana que viene. Me toca en el salón de actos, ¡los voy a subir al escenario a que hablen! Tengo ganas de empezar. Igual plagio y digo: "Como decíamos ayer".