Una persona comienza a notar síntomas compatibles con la covid. Da positivo, empeora y tiene que ser ingresado en el hospital. Su mente se llena de incertidumbres, su cabeza no deja de dar vueltas. ¿Mejoraré? ¿Acabaré en la UCI? ¿Me darán pronto el alta? ¿Moriré? Las incógnitas sobre la evolución que tendrá su estado físico suponen un lastre para su estado psicológico. En el hospital Miguel Servet de Zaragoza, en torno a un 15% de los hospitalizados por covid han tenido que ser atendidos por la Unidad de Psicosomática y Psiquiatría de Enlace del centro.
La unidad que dirige se puso a trabajar con la pandemia en cuanto empezaron a llegar casos, con dos psiquiatras, dos psicólogos clínicos, una enfermera especialista en salud mental y el apoyo de una trabajadora social. Los primeros momentos fueron muy complicados, porque los enfermos llegaban “muy graves” y “todos a la vez”. “Podíamos hacer poca actuación directa, así que nos centrábamos en cosas prácticas para humanizar la asistencia: contactar con sus familias, facilitarles el móvil, una televisión… También trabajamos con las familias, que estaban en cuarentena y enormemente asustadas”, recuerda.
Señala que entre los pacientes de covid ven “un malestar emocional muy importante, mucho temor, insomnio, una enorme incertidumbre, cuadros ansiosos, desasosiego, angustia y a veces pánico”. En los casos graves, no obstante, los pacientes “se centran en respirar”, por lo que los problemas psicológicos quedan a un lado. Estos salen, con frecuencia, “en una segunda etapa”, ya que “en las catástrofes sanitarias los síntomas sanitarios van a más”. “Luego sale toda esa tensión interna y aparecen secuelas. Lloran, no pueden dormir, están afligidos, no rinden en los estudios o en el trabajo...”, explica la doctora Pérez Echeverría.
Por eso, tarde o temprano son muchos los ingresados por covid que acaban pasando por la Unidad de Psicosomática y Psiquiatría de Enlace del Servet. Calculan que han requerido atención psicológica en torno al 15% de los pacientes, a los que hay que sumar los familiares y trabajadores sanitarios que también han requerido de sus servicios. Estos últimos, apunta la jefa de Psiquiatría del centro, “han tenido miedo”, han experimentado “cansancio y fatiga” y “han asistido en solitario a los momentos finales de muchos pacientes”.
La doctora Pérez Echeverría, por último, también recalca que la población general también siente “mucho dolor” por la pandemia, incluso “aunque no lo haya vivido en primera persona”, lo que puede derivar en problemas psicológicos. Además, apunta que la cuarentena ha provocado que las personas mayores estén “asustadas, más torpes y perplejas”, como si hubieran “perdido el hábito de tener un enfrentamiento más activo con el mundo”. También recalca el incremento de consultas por parte de niños y adolescentes, que han crecido “más que la media”.