Un estudio internacional en siete países, incluido España, con participación de miembros del IIS Aragón y la Universidad de Zaragoza, y coordinado desde Nuremberg por el Prof. M.M. Müller, ha documentado en los equipos médicos, durante la epidemia de COVID-19, los resultados a largo plazo del “burnout” o ”desgaste profesional” (definido con los componentes de “agotamiento emocional” y “volverse insensible hacia los demás”).
Se encuestó a 612 profesionales en dos tiempos, con un año de intervalo (2020 y 2021). Se pudo documentar, con instrumentos estandarizados y validados, que el “burnout”, en particular el “agotamiento emocional” fue alto en ambas mediciones y aumentó en el periodo de estudio (15% a 18%), sobre todo entre los profesionales con mayor contacto directo con los pacientes Covid-19 (25%) y en los varones.
Factores relacionados con el trabajo, como “percepción de alto riesgo” o de “baja salud y seguridad” se asociaron con más altos niveles de “burn-out”. Por el contrario, se asociaron con más bajos niveles de “burnout” los siguientes factores: la percepción de altos niveles de “apoyo en el lugar de trabajo”; actitudes de reconocimiento y comprensión ante las propias dificultades y fallos en la situación estresante (“self-compassion”); y la capacidad de comprender e integrar la experiencia estresante (“comprehensibility”), de gestionarla (“manageability”) y de encontrarle sentido (“meaningfulness”). No se encontró ninguna asociación del “burnout” con la “aceptación altruista del riesgo”.
En conclusión, como se había hipotetizado, el estudio ha confirmado el problema del “burnout” en el trabajo de los equipos médicos con pacientes Covid-19. Se sugiere que, en situaciones similares, los factores identificados que aumentan o, por el contario, que disminuyen el “burnout” deben ser importantes puntos de referencia para planificar futuras intervenciones.
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