Hasta el 26% de los pacientes de entre 18 y 50 años que sufrieron un ictus isquémico entre 2005 y 2015 acabaron falleciendo o teniendo un nuevo ictus. Esta es una de las conclusiones que el grupo de investigación en neurociencia del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón, liderado por Javier Marta, presentó recientemente en un congreso europeo. «Trabajamos con una cohorte de 786 personas que ingresaron por ictus isquémico en Aragón. Primero nos centramos en analizar las características de estos pacientes y posteriormente hemos llevado a cabo su seguimiento a largo plazo», explica Herbert Tejada, neurólogo y neurointervencionista en el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza y miembro del citado grupo de investigación.
De los primeros resultados se desprende que el tabaquismo fue factor de riesgo en alrededor del 50% de los casos de accidente cerebrovascular en el adulto joven. «La mayoría tenía más de un factor de riesgo y, dentro de ellos, el más prevalente era el tabaquismo», detalla, aunque hace hincapié que en los últimos años ha ido disminuyendo «progresivamente» el consumo del tabaco, lo que favorece «a otras enfermedades».
A los 15 años, señala, un 15% de estos pacientes había fallecido y a un 13% les repitió el accidente cerebrovascular. «Aunque no incluimos más personas en la muestra, sí que vamos continuamente ampliando el tiempo de seguimiento», puntualiza. Tras este trabajo, el grupo analiza cuáles han sido las causas de muerte en esta población. «Son resultados preliminares y todavía estamos trabajando en esta línea, pero el cáncer fue la segunda», puntualiza.
Y, en este aspecto, recuerda la situación sanitaria de la mediana edad. «El envejecimiento de nuestra población no es el deseable para los factores cerebrovasculares», explicó. Se refiere tanto al ritmo de vida, que puede hacer que «se descuide» la tensión arterial, como a la diabetes y al ya mencionado tabaquismo que, aunque en descenso, todavía supone que casi una cuarta parte de los aragoneses fumen a diario, según la última Encuesta Nacional de Salud, de 2017.
«Hay que tener hábitos de vida saludables: una buena alimentación, no ser sedentarios, controles médicos adecuados...», explica Tejada, al tiempo que reconoce que todas estas medidas de prevención «no son nuevas». «Siempre se nos recuerda lo que tenemos que hacer, pero cuando se es joven no se tiene la misma percepción de riesgo. Parece que tardará en ocurrir y hay tiempo para cambiarlo», apunta. La conjunción de todas estas cuestiones ha llevado a que cada vez sea más frecuente el ictus en adulto joven (menores de 50 años), en concreto, en la población de entre 40 y 50. «En estos casos se están dando factores de riesgo cerebrovascular parecidos a los de los 70 años», incide.
Entre otros ámbitos, las áreas del grupo de investigación en neurociencia están abordando el deterioro cognitivo y la demencia de causa vascular y también las modalidades de atención al ictus isquémico agudo.
La aparición del tratamiento endovascular hace unos seis años obligó a modificar los protocolos de actuación que existían hasta entonces en Aragón. «Tuvimos que modificar nuestros sistemas para poder brindar una atención óptima, adecuada y eficiente», explica. En este momento, la Comunidad cuenta con el ‘código ictus’, que se basa en una guardia «centralizada y coordinada» que se activa en el momento en el que el 061 recibe una llamada de riesgo: «En base a la exploración del paciente se decide si tiene que ir al hospital más cercano o se prioriza su atención en el Servet, que es donde se le dará el tratamiento endovascular. Teniendo en cuenta que en estos casos el tiempo es cerebro, el triaje que hace el neurólogo de guardia es fundamental».
En este sentido, recuerda que la medicina no es solo tener el tratamiento, sino administrarlo de forma eficiente. Por ello, cada región tiene que «buscar la fórmula más adecuada para atender estos casos». Aragón tiene una población envejecida, con una distribución heterogénea y de escasa densidad. Sobre esta base se centran para validar de manera constante el sistema de atención actual: «Cada semestre se reúnen representantes de los hospitales para abordar los problemas y buscar soluciones en conjunto como parte del Plan de Atención al Ictus en Aragón (PAIA)».
Resulta fundamental la evolución tecnológica que se ha vivido en los últimos años. «Ahora el Salud tiene una base de datos en tiempo real que permite llevar a cabo estos estudios, ya que disponemos de la información integrada tanto de los pacientes como de su historia clínica», dice. De hecho, esta función resultó indispensable al inicio de la pandemia, cuando se registró una caída de más del 40% de los casos de ictus isquémico que llegaban al hospital, y también para diseñar los circuitos que evitaran traslados innecesarios de los pacientes con el objetivo de reducir los riesgos. «La clave del desarrollo de la Comunidad en esta línea de investigación se ha producido por el trabajo en equipo, que es multicéntrico y multidisciplinar», subraya.