El seguimiento a cientos de miles de personas mayores muestra que aquellos que ven más la televisión tienen más probabilidades de sufrir demencia. Sin embargo, no sucede lo mismo si lo que hacen es usar el ordenador, una conducta mental menos pasiva. Esta investigación, que destaca las bondades de la actividad física, muestra que ser sedentario no es malo para el cerebro en sí mismo: depende de qué se hace mientras se está sentado.
La ciencia ha acumulado suficientes pruebas que conectan la salud mental con la actividad física, en especial cuando el deterioro cognitivo acecha al envejecer. De la misma forma, la falta de ejercicio favorece la aparición de enfermedades coronarias entre los más sedentarios. Pero la conexión entre sedentarismo y demencia todavía no se ha establecido de forma categórica. Ahora, uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha observa esta relación.
Investigadores de varias universidades de Estados Unidos han comparado el estado de salud mental de 146.651 mayores cuando tenían una media de edad de 64,5 años con su situación una década después. En ese lapso, a 3.507 de ellos (cerca del 2,5%) les diagnosticaron demencia. Los participantes del estudio, obtenidos de una imponente herramienta de salud pública (la base de datos británica UK Biobank) completaron una serie de cuestionarios para saber cuál era su actividad física y el tiempo que pasaban sentados, ya fuera viendo la televisión o ante el ordenador (excluidas las horas de trabajo).
Deporte y mayores
Los resultados de la comparación, recién publicados en la revista científica PNAS, muestran que una vez controladas otras variables (sexo, enfermedades previas, tabaquismo, trabajo, edad, etc.), la actividad física aparece relacionada con una menor probabilidad de desarrollar cualquier tipo de demencia. El resultado confirma estudios anteriores que han relacionado deporte y salud mental también en los mayores. En abril, por ejemplo, un trabajo con varios miles de estadounidenses mostró como el ejercicio físico aparecía relacionado con una menor incidencia del alzhéimer. Pero aquella investigación también mencionaba la realización de tareas cognitivas exigentes como parte de una dieta para un buen envejecimiento cerebral.
El punto fuerte de este nuevo estudio es que desvela una relación consistente entre sedentarismo y salud mental, pero no de cualquier sedentarismo. Los cuestionarios preguntaban a los participantes cuántas horas pasaban al día viendo la televisión o ante la pantalla del ordenador. Lo que han observado es que, cuanto más tiempo sentado frente al televisor, mayor probabilidad de tener demencia al cabo de una década de seguimiento. El porcentaje de aumento del riesgo sube hasta un 40%. Pero no sucede lo mismo con las computadoras: la probabilidad de desarrollar demencia en este caso baja hasta un 20%.
David Raichlen investiga el impacto de la actividad física en la salud y el bienestar humano en la Universidad del Sur de California y es el principal autor del estudio publicado en PNAS. Raichlen destaca que ya no vale condenar el sedentarismo sin diferenciar qué se está haciendo, aunque se esté sentado. Pero también reconoce que no es fácil saber por qué el ordenador es mejor que la televisión. “Sabemos que la exigencia cognitiva puede tener beneficios para el cerebro y es posible que el uso del ordenador durante el tiempo de ocio sea cognitivamente exigente de una manera que contrarreste los riesgos de estar demasiado tiempo sentado”, dice en un correo.
Para confirmarlo, añade Raichlen, haría falta “tanto una investigación más detallada de los mecanismos como diseñar intervenciones para determinar las relaciones causales”, ya que su estudio “realmente solo puede detectar asociaciones”. La relación entre sedentarismo y menor consumo energético y metabolismo muscular es evidente, pero no es tan fácil saber cómo afecta al deterioro cognitivo más allá de la metáfora del entrenar el cerebro.
Neutralizar a la tele
Hace unas semanas, neurocientíficas del Centro Alemán para las Enfermedades Neurodegenerativas publicaron los resultados parciales de un trabajo aún en marcha. Realizaron imágenes cerebrales a 2.500 personas que llevaban un acelerómetro para registrar su actividad física. Comprobaron que aquellos que realizaban más ejercicio físico tendían a tener un mayor volumen en áreas críticas como el hipocampo, el mando de control de la memoria. Aunque la muestra incluía a adultos menores de 65 años, el manto protector del deporte era más marcado en los que superaban los 70 años.
Los investigadores del presente trabajo indagaron también en la relación entre actividad física y modalidad de sedentarismo (televisión u ordenador). Querían saber si la primera modulaba o reducía el riesgo provocado por las segundas. Tomando como referencia al grupo de personas con mayor actividad física y menor tiempo ante el televisor, vieron un patrón claro en el que los que pasaban más horas viendo la televisión tenían un mayor riesgo de demencia, independientemente de la intensidad de ejercicio físico, aunque bajaba levemente en aquellos que realizaban deporte de forma intensiva. “Vemos que la actividad física reduce el riesgo de demencia, pero no neutraliza por completo los riesgos asociados con ver la televisión”, comenta Raichlen.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el alzhéimer y otras demencias afectan a cerca de 50 millones de personas en todo el mundo, alrededor del 5% de la población mundial de edad avanzada. Todo indica que las cifras irán en aumento debido al aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento. La prevalencia de los distintos tipos de demencia, casi testimonial entre los menores de 60 años, sube con la edad y estalla entre los que llegan a los 85-90 años, grupo en el que la mitad tienen problemas mentales. De ahí la urgencia en determinar si hay o no un sedentarismo saludable para el cerebro.
Distintos sedentarismos
Para el neuropsicólogo David Bartrés-Faz, profesor de la Universidad de Barcelona e investigador asociado del Instituto Guttmann, la investigación de Raichlen publicada en PNAS parece muy relevante. “Se trata de una de las muestras más grandes siguiendo a personas con 60 años sin demencia y durante 12 años”, dice este experto en salud mental y deterioro cognitivo. Lo que es más importante para él es la distinción entre distintas formas de ser sedentario. “El sedentarismo se había relacionado con deterioro cognitivo y una mayor mortalidad, pero ahora la relación no es tan clara”, comenta. Sin embargo, lo que más valora Bartrés-Faz del estudio es que el efecto protector del ejercicio físico no afecte al riesgo de demencia por ver tanta televisión. “Si estás horas delante del televisor, el riesgo no se reduce si después vas una hora al gimnasio. Está bien ir al gimnasio, pero también debes de dejar de ver la tele”, recuerda el investigador principal de la Barcelona Brain Health Initiative.
Sin embargo, Bartrés-Faz ve algunas limitaciones a la investigación. La principal es que no realizaron un estudio de base del estado cognitivo de cada participante al iniciar la investigación. Y eso lleva al riesgo de una causalidad inversa: “Existe la posibilidad de que los que ven más la televisión tuvieran un mayor deterioro cognitivo o menores habilidades que les hagan elegir una actividad más pasiva, como es ver la televisión”, destaca.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB-CSIC) Coral Sanfeliu también se congratula de que se empiece a diferenciar entre un tipo de sedentarismo y otro y pone un gran ejemplo: “Aunque se esté en el otro extremo de la vida, la escuela es sedentaria”. Y coincide con los autores de la investigación: “Estar delante del ordenador no es lo mismo que estar delante del televisor. En las residencias ya se empieza a enseñar herramientas tecnológicas para combatir el deterior cognitivo”. Sanfeliu acaba con la comparación con los escolares: “Los niños que realizan más actividad física mejoran un rendimiento escolar, la concentración o su proceso de maduración. Hay que combinar ambas cosas, ejercicio y un sedentarismo activo”.
Fuente: El País