Para intentar paliar esta situación, Jaime Ibáñez, doctor en Ingeniería de Sistemas e Informática, ha puesto en marcha una investigación con la que realiza su posdoctorado en el Instituto Investigación Sanitaria Aragón (IIS Aragón) con una beca de la Fundación La Caixa, y de la que se podrían beneficiar los pacientes de Párkinson (este lunes se celebra el Día Mundial contra la enfermedad) y otras dolencias. ¿El motivo? Busca «mejorar estrategias para la supresión del temblor».
Hasta ahora, las alternativas son fármacos «inespecíficos y con bastantes efectos secundarios» o también se están llevando a cabo tecnologías invasivas «colocando electrodos en el cerebro» que generan estímulos pero también «tienen muchos potenciales efectos secundarias»
En la actualidad hay también otras técnicas que están «en fase inicial» que consisten en generar microlesiones «a partir de ultrasonidos pero se desconoce si tendrán un efecto duradero en los pacientes», aunque, según dice Ibáñez, «los resultados son prometedores».
El investigador reconoce que muchos pacientes «no se pueden beneficiar de estas técnicas» por lo que hay que buscar «soluciones menos drásticas» como la que él está desarrollando, que «intentan interactuar con el sistema nervioso antes de que se propague» hacia los músculos, señala.
Una vez que se demuestre que una estimulación en una de esas regiones «puede generar una neuromodulación», habrá que intentar guiar la actividad del sistema nervioso. Y esto puede llevarse a cabo poniendo electrodos «cerca de la médula espinal o sobre nervios periféricos» que tiene «menos riesgos que colocarlos en el mismo centro del cerebro» que puede implicar a otras partes del cuerpo.
Seis meses
Para llegar a estas conclusiones, el proyecto pretende desarrollar una nueva interfaz neural no invasiva en tratamientos como el «temblor patológico» que es una «actividad mala que no debería estar en el sistema nervioso central» y que se transmite desde el cerebro a los músculos a través de la médula espinal», asegura Ibáñez. A través de procesar esas señales biomédicas de los temblores «podemos hacer estimaciones de cómo es la actividad incorrecta» y buscar técnicas que estimulen bien la médula espinal o el cerebro para «cancelar ese temblor antes de que se propague a los músculos».
En estos momentos Ibáñez colabora con dos universidades en Londres y lo que llevan a cabo es registros con unos dispositivos de electromiografía de alta densidad para «ver la actividad de las neuronas que conectan el sistema nervioso central con los músculos». A partir de ahí, con unos estímulos realizados con unos electrodos «a nivel lumbar, de cuello o en el cuero cabelludo» pueden generar corrientes eléctricas y producir efectos positivos para cancelar ese temblor» que se manifiesta en la mano o en el brazo de los pacientes.
En la actualidad, asevera, están en fase todavía exploratorio. La siguiente fase será el desarrollo de la interfaz en lazo cerrado para «identificar la fuente del temblor» y en función de cómo esté «determino cómo puedo estimular para generar la supresión del mismo». En cuanto a plazos, el proyecto es «de tres años» y comenzó hace seis meses.
Haber conseguido la beca posdoctorado Junior Leader de La Caixa le ha permitido «independizarme como investigador», señala, una profesión en la que en España siguen «luchando con muchas carencias».