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Los resultados obtenidos permiten mantener un cierto optimismo, pero, su evolución, dependerá de la responsabilidad individual, y del cuidado de las medidas de higiene y de distanciamiento social
Una modelización de la evolución del coronavirus supedita el bienestar colectivo al comportamiento individual, según se desprende del estudio realizado por Cristina Tejel, investigadora del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (ISQCH), sobre el día a día de la enfermedad infecciosa Covid-19 en Aragón, que ha utilizado el Modelo Matemático de Gompertz (forma Wo), un modelo ampliamente utilizado en Biología o Medicina, así como en la propagación de epidemias.
La evolución del coronavirus en Aragón ha seguido el mismo patrón que podría esperarse de un análisis sobre el crecimiento poblacional de animales, bacterias, o tumores. En todos ellos, una importante variable que determina como crece el sistema es su ‘constante de crecimiento’ que depende en gran medida de la cantidad, calidad y accesibilidad a los nutrientes que necesita. En el caso análogo de la expansión de una epidemia, los nutrientes son las personas sanas (o susceptibles de ser infectadas): del orden de 1.400.000 aragoneses en nuestro caso.
En los primeros días de pandemia, las ‘personas sanas’ mantenían una vida normal circulando libremente, por lo que el acceso del virus a sus ‘nutrientes’ podemos decir que era del 100%. No es de extrañar que el número de nuevos infectados creciera de manera casi exponencial como muestra la curva azul, que refleja la evolución de la pandemia si no se toman medidas al respecto.
Los efectos producidos por el confinamiento del pasado 15 de marzo, se observan a partir del 28 de marzo. Durante la primera semana de confinamiento, se consiguió frenar considerablemente la constante de crecimiento inicial hasta llegar a menos de la mitad (un 41% respecto de la curva azul) ya que se dificultó considerablemente la trasmisión, iniciando el camino por la senda en verde. En la segunda semana de este primer confinamiento, la población estuvo todavía más concienciada, lo que nos permitió alcanzar el modelo amarillo, que representa que el nivel de contagios es tan sólo el 39% del esperado si no se hubieran tomado medidas.
Desde entonces, y con algún que otro altibajo, el número de contagios por COVID-19 se ha mantenido en la curva amarilla que, de seguir en ella, conducirá a unos 2-3 nuevos casos (PCR+) para primeros de junio y a cero casos de contagio por coronavirus para mediados de julio. “Ahora bien”, tal y como indica Cristina Tejel, investigadora autora del estudio, “si no se cuidan las medidas de higiene y de distanciamiento social, la población aragonesa volverá de nuevo a otra curva menos suave, de consecuencias negativas para todos. Es posible que nunca el bienestar colectivo haya dependido tanto del comportamiento individual como ahora”.