En la nueva normalidad, no podemos relajarnos, hay que tener muy en cuenta las medidas de prevención para evitar rebrotes. Junto al uso de mascarillas, es fundamental la desinfección de manos. Por eso, llevar puesta esta pulsera rellena de gel hidroalcohólico, listo para ser dispensado en cualquier momento, "te ayuda a acordarte, es como un signo de alerta: ¡no te olvides, estamos en pandemia!", destaca Marta Baselga, investigadora principal del proyecto junto a Antonio Güemes, profesor de la Universidad de Zaragoza y jefe de Cirugía General del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza.
Ambos forman parte del grupo de Investigación Quirúrgica, Clínica y Experimental y, aunque inicialmente idearon este dispositivo para ayudar al personal sanitario a cumplir con los protocolos, la intención es que la población general tenga acceso a él. El objetivo es el mismo: aumentar la frecuencia de este gesto de autoprotección pues, con solo presionar ligeramente, la pulsera dispensa una dosis de antiséptico directamente en la mano de manera rápida y cómoda, facilitando la desinfección inmediata, estés donde estés. "También se puede emplear para desinfectar pequeñas superficies de contacto diario, como el pomo de una puerta o el botón de un ascensor", añade Baselga.
El dispositivo es muy sencillo: una pulsera ligera, fabricada en silicona, que el usuario se ciñe en la muñeca; presionando ligeramente su pequeño depósito, proporciona una dosis de solución hidroalcohólica. Esta buena idea añade un punto de sostenibilidad pues, al ser recargable, "evita la compra masiva de pequeños botes de antiséptico hechos de plástico para llevar encima". La capacidad de la pulsera es de unos 15 ml, equivalentes a unas 25 dosis.
Esta iniciativa, financiada por el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, fue puesta a prueba en un estudio de campo. Después de portar el dispositivo durante varios días, "más del 80% de los 25 sanitarios del Clínico participantes admitió haberse aseptizado con mayor frecuencia y considera que el dispositivo es atractivo y útil, ya que cada recarga dura entre tres y cinco horas de su jornada laboral", explica Baselga.
La empresa de ingeniería biomédica Dima, ubicada en Calatayud, se ha encargado de producir las primeras unidades. "Con los prototipos y el modelo ya optimizado, buscamos empresas interesadas en obtener una licencia para su fabricación en serie y su lanzamiento al mercado", indica Baselga. Para esta ingeniera, "si se logra sacar a un precio asequible, veremos que, a veces, las ideas más sencillas tienen un alto valor añadido, en este caso intensificar la higiene de manos".