Aragón administrará la nueva vacuna del meningococo en junio
9 mayo, 2019Nunilo Cremades / Premio Ciencia y Tecnología 2019. Una investigación para entender el párkinson
9 mayo, 2019Hay pocas profesiones más bonitas que la de mejorar el bienestar y la vida de los pacientes. Si no que se lo pregunten a la responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, Marisa Sanz. El servicio que capitanea recibió el año pasado, por parte de la Sociedad Española de Cardiología, el sello de calidad que acredita que cumple con todos los requisitos en la atención de las enfermedades cardiovasculares y ofrece todos los nuevos avances para tratar a los enfermos.
Ante el problema de tener que trasladar a los aquejados de insuficiencia cardíaca de esta comunidad a otras, esta profesional, junto con todo el equipo del servicio quirúrgico, empezó a moverse para «pudieran tener un trasplante propio», expresa Sanz. Así, comenzó la andadura de este nuevo modelo de gestión hospitalaria que consta de tres fases: auditoría, con visita a las instalaciones y entrevistas con los miembros de la unidad; y emisión de un informe final. «Premian un trabajo diario para mejorar la salud de los pacientes que repetían y repetían ingresos. Pueden llamarnos cuando quieran o venir a la unidad. Hemos conseguido reducir así este número y hacer que la relación médico paciente sea mucho más estrecha. No mejoramos pronóstico, pero sí calidad de vida», expresa con humildad Sanz.
PIONERA
Desde 1999, esta doctora de gran corazón se dedica al trasplante cardiaco e insuficiencia cardíaca, una enfermedad que reconoce «no se conoce hasta que no se tiene cerca, pero está muy extendida». Después de vivir la primera fase de los trasplantes en el hospital Doce de Octubre de Madrid, paso a ser una figura sobresaliente dentro del servicio cardiológico del Servet. Fue ella, junto a todo el Grupo de Cirugía Cardíaca del sanatorio zaragozano, quienes realizaron con éxito el 30 de marzo del 2000 el primer trasplante de corazón en Aragón, una fecha grabada en su memoria.
Más allá de su experiencia profesional, Sanz es fiel defensora de la investigación, un campo que lamenta que en nuestro país no cuente con la importancia que se merece: «A nivel sanitario nuestra sociedad es buena, pero en España no hay investigación. Compran la investigación de fuera, mientras aquí hay investigadores muy buenos», sostiene la que también es profesora asociada médica en la Universidad de Zaragoza.
Ahora, ese esfuerzo puede verse recompensado en los Aragoneses del Año, una candidatura que admite que «me ha cogido por sorpresa. Me parece excepcional. Es un reconocimiento al trabajo de todo un equipo al que represento».