La pesadilla de un paciente de coronavirus no termina cuando abandona la UCI y regresa a su domicilio. La covid-19 puede resultar mortal en el primer momento, pero también ataca en el medio y en el largo plazo. Diferentes investigaciones internacionales y españoles han comenzado a ofrecer resultados sobre las secuelas que el virus provoca en el organismo una vez que se ha superado lo peor de la enfermedad y la mala noticia es que la mayoría de quienes han pasado la Covid sufren sus efectos incluso cuando creen que ya están recuperados. Según un estudio realizado con 143 pacientes italianos dados de alta del hospital y que fue publicado el jueves en la revista médica Jama Network, el 87% sufría, por lo menos, un síntoma 60 días después del contagio. Y es que la evidencia científica apunta a que la Covid-19 dañará mucho tiempo después de que la sociedad la dé por superada. Otro informe publicado en 2009 sobre 233 pacientes con SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), cuyo origen está también en otro coronavirus, mostró que cuatro años más tarde, el 40% de los que la habían sufrido seguían padeciendo depresión o fatiga crónica.
Problemas cerebrales
Una de las consecuencias más inquietantes de la covid-19 son los problemas cerebrales, desde alucinaciones hasta accidentes vasculares mortales, y que podrían ser más habituales de lo que se creía hasta ahora y afectar incluso a los pacientes con síntomas benignos, según apunta un estudio publicado este miércoles en la revista científica 'Brain' y recogido por AFP. Un equipo de médicos británicos del University College de Londres (UCL) estudió los síntomas neurológicos de 43 pacientes hospitalizados debido a una infección confirmada o sospechosa de coronavirus y halló diez casos de disfuncionamiento cerebral temporal, doce de inflamación cerebral, ocho accidentes vasculares cerebrales (AVC) y ocho de lesiones nerviosas. La mayoría de los pacientes aquejados de una inflamación fueron diagnosticados de encefalomielitis aguda diseminada (ADEM), una enfermedad rara generalmente observada en niños tras sufrir una infección viral.
Fibrosis pulmonar
En uno de sus documentos dirigidos a profesionales, el Ministerio de Sanidad apunta que los pacientes de covid-19, "por analogía con el SARS", pueden desarrollar fibrosis pulmonar. Esta afección provoca la cicatrización del tejido de los pulmones, que se vuelven más gruesos y duros, y provoca dificultades respiratorias en los enfermos.
Astenia, disnea y debilidad
El Hospital Costa del Sol de Málaga ha atendido a 68 pacientes que estuvieron hospitalizados en planta o en las unidades de cuidados intensivos durante el coronavirus con neumonía, en la mayoría de los casos, bilateral, para conocer su evolución. Y los enfermos están detallando como síntomas más frecuentes, una vez que han regresado a la normalidad, la astenia (cansancio extremo), la disnea (sensación de asfixia, generalmente con el esfuerzo), la debilidad muscular y el adelgazamiento. El neumólogo Borja Valencia, uno de los doctores que participan en el estudio, explica que "los pacientes refieren pesadillas y muestran síntomas de depresión, inseguridad y afectación del estado de ánimo y, sobre todo, manifiestan sentir miedo y preocupación, sobre todo, por el hecho de poder contagiar a alguien de su familia".
No parece una consecuencia directa del coronavirus, pero una vez que las consultas de Atención Primaria comienzan a recobrar la normalidad, los médicos atienden a cada vez más pacientes, hombres y mujeres, que relatan cómo se les ha caído el pelo durante el confinamiento. La alteración se llama efluvio telógeno agudo y la causa hay que buscarla en el estrés y la ansiedad del confinamiento, tanto por el temor a contagiarse como por el miedo de los pacientes a perder el trabajo o a ver cómo empeora su situación económica.
Fragilidad en los mayores
Y es que no solo quienes han superado el coronavirus se enfrentan a posibles secuelas. También lo hacen las personas que se han quedado en sus casas, sin salir, durante semanas. Y entre este grupo, destaca el riesgo de los mayores. Un grupo de Investigación de la Universidad de Zaragoza ha detectado que las personas de la tercera edad padecen a causa del confinamiento un incremento de la fragilidad que puede convertirse en un mayor riesgo de lesiones por el riesgo de caídas y en una reducción drástica de la autonomía personal.