Las propiedades protectoras de la leche materna contribuyen a que los bebés amamantados enfermen con menor frecuencia y se recuperen más rápido que los alimentados con leche de fórmula, sin importar si esta está enferma o no, ya que, en este caso, el niño recibe anticuerpos de la leche, según señalan desde Medela.
La leche materna contiene numerosas proteínas y nutrientes que no solo proporcionan múltiples beneficios en los primeros meses de vida del bebé, sino que también establecen los pilares de la salud de una persona a lo largo de su vida, incluyendo su susceptibilidad a infecciones, enfermedades crónicas y cardiacas, e incluso su predisposición al desarrollo de ciertos tipos de cánceres.
Así, cuando el bebé enferma, la lactancia le aporta todo lo que necesita: alimento, bebida, medicina y consuelo, pues contiene anticuerpos, glóbulos blancos, citoblastos y enzimas protectoras que contribuyen a combatir las infecciones y ayudan a la rápida curación del bebé. Cabe destacar que a esta recuperación también contribuye el aumento de los niveles de leucocitos (las células que refuerzan el sistema inmunitario del bebé) en la leche materna, y el permanente reajuste de las vitaminas y nutrientes que esta incluye para adaptarse a las necesidades que presenta el bebé.
Debido a su facilidad para ser digerida, la leche materna también es reconfortante y el alimento idóneo para los bebés con estómagos revueltos. Sin embargo, es probable que al enfermar el bebé no tenga apetito o la energía necesaria para tomar el pecho; en este caso, es recomendable extraer leche con una jeringa, un vaso u otros métodos para alimentar al bebé y evitar que se deshidrate; ello también contribuirá a mantener constante el suministro de leche de la madre.
Además, es posible que las tomas de pecho se vean modificadas. Probablemente, cuando el bebé esté resfriado y tenga congestión nasal las tomas largas se dificulten, por lo que posiblemente, estas sean más frecuentes y cortas. Asimismo, si el bebe sufre una infección de oído o tiene la nariz taponada, puede que prefiera alimentarse de pie, por lo que la madre puede experimentar diferentes posiciones de lactancia, como la 'posición de koala', en la que el bebé está sentado a horcajadas en el muslo o cadera de la madre, y tanto su columna como su cabeza se mantienen en posición vertical mientras se alimenta.
Estar enferma y dar el pecho puede ser "agotador"; sin embargo, en este caso, el bebé es quien menos posibilidades tiene de enfermar, ya que al estar en estrecho contacto con la madre recibe a través de la leche materna una dosis diaria de anticuerpos protectores.
Por tanto, los componentes de la leche materna varían dependiendo de las distintas necesidades que presentan la madre y el bebé. Es decir, si la madre está expuesta a una infección bacteriana o vírica, su cuerpo creará anticuerpos para combatirla, y más tarde, estos se transferirán a través de la leche al bebé; en este sentido, si la madre sufre un resfriado o gripe, fiebre, diarrea, vómitos o mastitis (inflamación de las mamas), es recomendable continuar con la lactancia de forma normal.
Aunque la madre no interrumpa la lactancia durante la enfermedad, debe cuidarse a sí misma, descansar y mantener altos los niveles de líquidos; además, para minimizar el riesgo de propagar la enfermedad, es importante que siga algunos consejos básicos, como lavarse las manos con jabón antes y después de alimentar al bebé, preparar la comida, comer, ir al baño o cambiarle los pañales al bebé.
En este sentido, desde Medela destacan que durante la lactancia se pueden tomar sin problema las dosis recomendadas de algunos medicamentos, como ibuprofeno, paracetamol y algunos antibióticos, siempre consultando con un médico o farmacéutico, y especialmente en el caso de que el bebé sea prematuro, con bajo peso al nacer o con algún problema médico.
Sin embargo, no se recomienda el uso de analgésicos con receta, tales como la codeína o el tramado. Además, algunos medicamentos utilizados para el tratamiento de la gripe, el resfriado y la tos contienen descongestionantes o expectorantes que pueden reducir el suministro de leche, por lo que se aconseja no utilizar medicamentos que contengan entre sus ingredientes fenilefrina, fenilopanolamina o guaifenesina, y tampoco aquellos que provoquen somnolencia durante la lactancia.
Con todo, existen algunas situaciones en las que es más seguro dejar de dar el pecho al bebé de forma temporal. Así sucede en el tratamiento del cáncer (sesiones de radioterapia o quimioterapia), lesiones por herpes en el pecho, o infecciones que pueden transmitirse a través de la leche (tuberculosis, sarampión o septicemia). En estos casos se recomienda continuar extrayendo y desechando la leche para mantener activo el suministro hasta que el tratamiento finalice.