Fiebre alta, fatiga y dolor de espalda intenso y, en ocasiones, dolor abdominal y vómitos. Estos eran algunos de los síntomas de la viruela, una enfermedad contagiosa aguda, causada por el virus variola, que también se caracterizó por la erupción de pústulas llenas de líquido y después de pus, repartidas primero en la cara y luego en el cuerpo de los enfermos que acababan cubiertos de costras.
Millones de personas fallecieron a causa de esta patología, que se cree que pudo haber existido durante 3.000 años y que se transmitía por el contacto cercano entre personas a través de gotitas infecciosas. Solo en el siglo XX se produjeron entre 300 y 500 millones de muertes debido a la viruela, letal en el 30 % de los casos.
Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó en 1967 un plan definitivo para erradicarla a través de la vacuna que el médico británico Edward Jenner había logrado en 1796 y que llevaba desde entonces administrándose. A mediados del siglo XX, la vacunación terminó siendo global y el último caso natural conocido se produjo en Somalia en 1977.
"Al principio hubo mucha reticencia a la vacunación, incluso se ridiculizó a Edward Jenner con caricaturas. Hablamos de principios del siglo XIX. Llevar la vacuna a las colonias y al Nuevo Mundo supuso un gran reto, pero poco a poco se fue extendiendo y tardamos más de un siglo en acabar erradicando la viruela", señala José Antonio López Guerrero, director del grupo de Neurovirología del departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid.
Sucedió el 9 de diciembre de 1979, cuando la OMS declaró el fin de esta patología infecciosa humana, que fue la primera –y hasta ahora la única humana– que el ser humano ha logrado erradicar gracias a la inmunización de toda la población. "La vacunación se suspendió después de la erradicación y ahora la mayoría de las personas menores de 40 años no han sido vacunadas", explica David Heymann, epidemiólogo estadounidense en la London School of Hygiene and Tropical Medicine.
Según el investigador, la inmunidad de la vacuna persiste cuatro décadas después, "pero no se sabe exactamente cuánto tiempo más. Se asume que ha proporcionado inmunidad de por vida a la mayoría de las personas vacunadas", concreta Heymann.
Una coordinación mundial efectiva
A pesar de que se han producido otros intentos de erradicación de otras enfermedades –es decir, el control y la eliminación en todo el mundo sin excepciones–, solo han sido eliminadas con éxito a través de la vacunación la viruela y la peste bovina.
Esta última se convirtió en la primera enfermedad animal en ser erradicada en la historia de la humanidad. Su fin fue declarado en 2011 por la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, también por sus siglas en inglés) tras 20 años de campaña mundial para acabar con esta patología viral que atacaba al ganado.
"Aunque la peste bovina no infectó a los humanos, sí provocó una grave escasez de alimentos a lo largo de los siglos", recalca el epidemiólogo estadounidense. Su final no solo supuso un reconocimiento a la comunidad científica, que emprendió programas de vacunación globales y fuertes medidas de control del virus, sino también a la cooperación y coordinación internacionales.
En el caso de la viruela, el experto, que ha trabajado más de 22 años en la OMS, donde lideró la respuesta global al SARS de 2003, señala que su erradicación se produjo gracias "a una vacuna eficaz, al hecho de que no existiera un reservorio en la naturaleza, de que todas las infecciones se expresaran clínicamente de la misma manera y de que la estrategia de búsqueda y contención fuera altamente efectiva y fácil de lograr".
¿Podrá suceder lo mismo con las vacunas contra la covid-19 u otras enfermedades? "No todas han demostrado tener un arma en la vacunación. Hay virus como el VIH con el que llevamos de pandemia desde 1980 intentando elaborar vacunas. No todos los patógenos son susceptibles de tener vacunas contra ellos", aclara el virólogo español.
La complicación para hallar una vacuna puede radicar en la vía de entrada del virus o en la forma de infección, como el virus del sida, que se integra en las células. "En muchos otros casos es porque son enfermedades que no han despertado un interés económico para la inversión en su erradicación", confiesa el investigador de la UAM. Según él, para que una enfermedad sea susceptible de tener una vacuna, la patología tiene que hacerse global o afectar al primer mundo, "donde la investigación y las empresas farmacéuticas muestran un claro interés".
En el caso de la malaria, lograr una vacuna ayudaría a prevenir dos millones de casos y cuatro millones de muertes adicionales para 2030, por ejemplo. "Se está invirtiendo cada vez más dinero en esta enfermedad y se están produciendo diferentes vacunas de efectividad limitada, pero no se ha conseguido nada comparable con lo que está ocurriendo con el coronavirus. La coordinación mundial y la inversión económica no han tenido precedentes en la historia de la humanidad", recalca López Guerrero.