El pasado 3 de marzo se celebró el Día Internacional de la Audición, una jornada con la que se pretende concienciar sobre la importancia de la detección temprana y la intervención para solucionar los problemas auditivos. Una de las principales reivindicaciones de las personas que sufren una pérdida o discapacidad auditiva es la eliminación de las barreras comunicativas que dificultan su día a día. Ejemplo de esa misión son las mascarillas transparentes, homologadas en España pero sin presencia en el mercado, las cuales constituyen un elemento fundamental para que puedan interactuar, al permitir leer los labios.
Asimismo, y aunque la sensibilidad hacia el colectivo ha aumentado en los últimos años, tanto sus integrantes como las entidades sociales dedicadas a su atención señalan que queda camino por recorrer. "No lo digo de primeras porque la gente se predispone. Muchos me dicen que no se me nota. Y yo les digo: ¿pero es que tenemos que llevar un cartel?", explica Luisa Fernanda Barón, oscense de 46 años que padece hipoacusia: pérdida parcial de la capacidad auditiva –de 40 decibelios en adelante–. "Una de las mayores dificultades que tengo se da en los espacios exteriores. Cuando hay ruidos de fondo tengo que hacer un sobreesfuerzo para mantener una conversación. Y, hablando por teléfono, aunque generalmente no tengo problema, en ocasiones me cuesta según el tono y la vocalización de la persona", explica Barón, que es usuaria de la Agrupación de Personas Sordas de Zaragoza y Aragón (ASZA).
En su caso, la hipoacusia se debe a una cuestión genética y se le manifestó hace una década. "Necesito unos audífonos con los que puedo desenvolverme con normalidad", apunta Barón, que trabaja como recepcionista y que anteriormente ha tenido empleos en el sector de la hostelería. "En los trabajos he intentado buscar aquellos en los que creo que me siento más cómoda. En uno que estuve de teleoperadora sí que tuve dificultades, porque había determinados acentos, tonos y velocidades que me costaba entender. Creo que muchas veces falta empatía. La gente no es consciente de lo que implica y de que tienen que intentar adaptarse a tu dificultad", manifiesta, agregando que para ella ha sido importante potenciar la «osadía» de estar siempre pidiendo que se hable más alto o que se repitan las cosas.
Por último, indica que sería muy importante apostar por campañas de sensibilización y educar en este sentido desde los colegios. "Sería muy interesante y enriquecedor para concienciar y dar a conocer las dificultades del colectivo. Hay gente a la que le cuesta mucho asumirlas, aunque luego intente llevar una vida lo más normal posible", concluye Barón, que reclama una mayor implicación de las instituciones en cuestiones como las ayudas para la compra de audífonos o el impulso a la formación en lengua de signos de forma que se reduzca su precio y que haya más intérpretes.
Formación y empleo
"Necesitamos que la figura del intérprete de lengua de signos sea accesible para que sirva como puente de comunicación entre oyentes y personas sordas, algo clave en temas tan importantes como los judiciales o los médicos. Y creemos que sería importante impulsar la videointerpretación, tanto en medios de comunicación como la televisión como en las llamadas telefónicas", apunta Jesús Carlos Laiglesia, vicepresidente de ASZA, entidad que tiene entre sus funciones la formación en lengua de signos, la intermediación laboral y la atención social y educativa de estas personas.