La ciencia se ha situado un paso más cerca de la creación de embriones artificiales. Investigadores del Salk Institute de la Universidad de Texas, liderados por el científico español Juan Carlos Izpisúa, ha logrado convertir una única célula de la oreja de un ratón en una estructura compleja. El logro podría, a primera vista, parecer un nimio avance en la investigación. Pero, según argumentan los especialistas, estamos ante un punto de inflexión. Estamos ahora más cerca que nunca de 'fabricar' organismos en los que indagar, por ejemplo, el efecto de nuevos medicamentos o incluso las causas de una enfermedad. Nuevos modelos de estudio podrían, de hecho, dar lugar a un sinfín de posibilidades de investigación.
La investigación, publicada el miércoles en la revista científica 'Cell', se presenta ante la comunidad científica como la primera vez que se logra crear algo un embrión artificial, también conocido como blastoide, sin la necesidad de gametos (óvulos y espermatoizes). Se trata de la unión de las primeras 100 células de un organismo, algo que según explican los investigadores es clave para entender múltiples procesos biológicos como las primeras etapas de un embarazo, la formación de órganos o incluso el desarrollo de una determinada enfermedad.
"Estos estudios nos ayudarán a comprender mejor los comienzos de la vida; qué tan temprano en la vida una sola célula puede dar lugar a millones de células y cómo se ensamblan en el espacio y el tiempo para dar lugar a un organismo completamente desarrollado", explica Juan Carlos Izpisua Belmonte, investigador del laboratorio de expresión genética de Salk y autor principal de este nuevo estudio. "Es importante destacar que este trabajo evita el uso de embriones naturales y es escalable", destaca el investigador.