La enfermería, como disciplina centrada en el cuidado de las personas, ha contemplado siempre las exigencias éticas vinculadas a su quehacer. Un punto clave en la regulación de estas exigencias tuvo lugar cuando en 1953 el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) adoptó por primera vez un Código Internacional de Ética.
El Código de Ética del Consejo Internacional de Enfermería no es un código de conducta, pero puede servir como marco para la práctica enfermera y la toma de decisiones éticas. Se trata de “una declaración de los valores, responsabilidades profesionales y ámbitos competenciales de rendición de cuentas a nivel profesional de las enfermeras y los estudiantes de enfermería”.
Esto permite compartir, en diferentes países y contextos, deberes, responsabilidades y juicios profesionales similares. El código local debe ser construido en combinación con las leyes, reglamentos y normas profesionales que rigen la práctica de la enfermería en cada país.
Los valores y obligaciones expresados en este código se aplican a todas las enfermeras en todos los entornos, roles y ámbitos de práctica, de manera internacional.
Un nuevo tiempo para la enfermería
Las maneras de cuidar han ido cambiando a la vez que la sociedad lo hacía. En 2021 este Código sufrió su última actualización al incorporar el cuidado del medio ambiente y el planeta.
En su capítulo 4 Las enfermeras y la salud global se vislumbra que estamos frente a un nuevo tiempo para la enfermería, en el que ya el cuidado trasciende al individuo, la familia y la comunidad. Así, se promueve un modelo de salud basado en la prevención, el empoderamiento de las personas y en la salud comunitaria. Al mismo tiempo, las enfermeras contribuyen a la salud de la población mediante la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por la Organización de Naciones Unidas.
Las enfermeras son conscientes de la importancia de los determinantes sociales de la salud y no exclusivamente de los biológicos. Por eso colaboran para conservar, apoyar y proteger el entorno natural y son conscientes de las consecuencias de la degradación ambiental para la salud, como por ejemplo el cambio climático.
De igual forma, abogan por iniciativas que reduzcan las prácticas nocivas para el medio ambiente con el fin de promover la salud y el bienestar. Además de colaborar con otras profesiones sociales y sanitarias y con la ciudadanía para defender los principios de justicia, también promueven la responsabilidad en los derechos humanos, la equidad y la imparcialidad, y fomentan el bien público y la salud del planeta.
¿Cómo pueden las enfermeras cuidar éticamente de la salud global?
La economía circular ofrece un nuevo modelo de desarrollo económico más sostenible para el planeta. Consiste en un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible. El objetivo es crear un valor añadido y alargar su ciclo de vida.
Al igual que en otros sectores, la salud consume gran cantidad de recursos como agua, energía, metales y compuestos químicos. Además, genera un importante volumen de residuos por el uso generalizado de productos de un solo uso, como los plásticos, y por la acumulación de materiales y equipos no utilizados, caducados u obsoletos.
Esta mentalidad de un solo uso ha sido en el sector salud, y hasta ahora, un factor garantista ligado a mayor seguridad clínica. Esto favorece un ciclo de uso y consumo perpetuado por empresas que prestan servicios. Muchos dispositivos resultan tan económicos y la inversión necesaria para reutilizarlos es tan alta que no es económicamente viable su reutilización. La fabricación de productos de un solo uso en salud implica que los hospitales compren más.
Ante estos desafíos, implementar estrategias de economía circular se plantea como una gran oportunidad para que el sector salud se vuelva más sostenible y resiliente. Así se gana eficiencia, se ahorran costes y se reducen sus impactos ambientales y huella de carbono.
Esto, desde el punto de vista de la enfermería, se podría entender como cuidar cuidando.
Desde el Proyecto “Educación Universitaria para la Salud y la Sostenibilidad” (EDUSAS), financiado por la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Sevilla, se ha realizado un trabajo formativo de sensibilización por parte de una economista y tres enfermeras sobre la contribución de la economía circular a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En él se presta una especial atención a la producción y el consumo responsables y su vinculación con la salud y el género.
De esta forma, se han aportado desde el ámbito de la salud ejemplos claros de estrategias puestas en marcha en materia de economía circular.
Algunas iniciativas se basan en la compra y venta de equipamiento médico remanufacturado. Es decir, con algún defecto inicial de fábrica o tras un largo período de tiempo de exhibición y sin uso, siempre asegurando los estándares de calidad para garantizar la seguridad de las personas.
La contratación de proveedores circulares. Por ejemplo, medios de transporte de pacientes o muestras biológicas más sostenibles, o el fortalecimiento de la transformación digital de la atención sanitaria. Esto incluye como parte esencial la colaboración público-privada en términos de avances digitales.
En definitiva, esto mejora la calidad de la atención al mismo tiempo que disminuye el desaprovechamiento de recursos, los desplazamientos, el exceso de pruebas en ámbitos públicos y privados. Y contribuye a alcanzar las metas propuestas por la Agenda 2030 y los ODS, así como la sostenibilidad ambiental y la protección de la salud humana.
Sigamos trabajando por un cuidado enfermero ético, sostenible y circular.
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Fuente: The Conversation. Autoría:
Rocío de Diego-Cordero
PDI. Dpto. de Enfermería, Universidad de Sevilla
Bárbara Badanta Romero
PDI. Departamento de Enfermería, Universidad de Sevilla
Lorena Tarriño Concejero
Profesora sustituta interina. Departamento de Enfermería. Facultad de enfermería Fisioterapia y Podología, Universidad de Sevilla
María del Mar Borrego-Marín
Profesora e Investigadora Postdoctoral. Economía Aplicada, Universidad de Sevilla
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