Es bien conocido que la edad y salud de la madre influyen en su fertilidad y en la salud de la descendencia. Debido a la relevancia del primer factor, se suele aludir al concepto del reloj biológico, que ejerce cierta presión sobre algunas mujeres. Así, empujadas a tomar una decisión respecto a la maternidad en función de los años que van cumpliendo, dejan de tener en cuenta sus propias aspiraciones y los factores psicosociales, económicos y laborales que pueden influir en ella.
Pero como veremos a continuación, la edad, los hábitos y las experiencias del padre también pueden condicionar la salud de sus hijos.
Más allá de la fertilidad
En primer lugar hay que hablar de la fertilidad masculina, que se resiente después de cumplir los 40 años y por la presencia de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Pero es que además se ha encontrado que la edad avanzada del padre aumenta la incidencia de enfermedades mentales en los hijos.
En el caso concreto de la aparición de trastornos psiquiátricos, el estudio de los mecanismos subyacentes se vuelve sumamente complejo: al posible factor biológico de la edad debemos añadir el efecto del choque generacional en el estilo de crianza y el riesgo de que un hijo de padre añoso pierda a su progenitor cuando todavía es muy joven.
Por otro lado, los estudios epidemiológicos centrados en épocas de hambruna o guerras han demostrado que la incidencia de enfermedades cardiovasculares y metabólicas y la susceptibilidad al estrés aumentan en los descendientes de los afectados.
Herencia envenenada
No se puede obviar que esos eventos puedan tener consecuencias más allá de lo puramente biológico, pero tampoco debe descartarse que las experiencias traumáticas, los hábitos insanos, la edad avanzada del padre y sus enfermedades dejen una impronta heredable por sus hijos. Esto estaría en la línea de las ideas postuladas por el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck, hoy reivindicado.
Para estudiar si el impacto de la edad y la salud del padre puede ser heredado a través de algún tipo de mecanismo biológico se ha recurrido a la experimentación con animales. Estas investigaciones han confirmado el efecto de la dieta y la actividad física en la descendencia. Además, hábitos insanos como el consumo de drogas también afectan negativamente en este sentido.
Así, varios estudios han demostrado que el alcohol influye en el peso de las crías y en que estas desarrollen síntomas asociados a la ansiedad; además, la exposición a nicotina o cannabis del padre podría provocar alteraciones en genes relacionados con el autismo.
Asimismo, los hijos de ratones macho sometidos a estrés también podrían desarrollar alteraciones metabólicas y mayor susceptibilidad al estrés.
Así se producen los cambios epigenéticos
¿Y cómo puede transmitir el padre el efecto de estos factores? De acuerdo con esas investigaciones, las consecuencias nocivas se transfieren a través del esperma. Concretamente, la información viajaría en forma de microARN, un tipo de ARN más pequeño. Este es capaz de inducir mecanismos epigenéticos.
Brevemente, los mecanismos epigenéticos afectan a la expresión de nuestros genes pero no cambian nuestro código genético. Es decir, sin modificar el ADN, nuestro padre (e incluso nuestro abuelo) nos podría transmitir una información esencial que afectaría a nuestra salud y a la de nuestros futuros descendientes.
Los estudios han relacionado factores como la dieta, el estrés y la exposición a compuestos tóxicos con alteraciones de los niveles de microARN en el esperma. Buen ejemplo de ello son el alcohol y la nicotina: ambos modifican las cantidades de hasta siete tipos diferentes de microARN.
Probablemente, próximos estudios nos ayuden a entender mejor el papel concreto de estas moléculas y los mecanismos que ponen en marcha.
Cuidados de los futuros padres y madres
En suma, es indudable que la edad y la salud de madres y padres influye en todos los ámbitos de la maternidad y la paternidad. Las últimas investigaciones nos hablan de mecanismos epigenéticos por los que se podrían transmitir y heredar el impacto de la edad, los hábitos, las enfermedades y las experiencias traumáticas.
En el caso de las mujeres que desean quedarse embarazadas, una buena planificación contribuye a un embarazo sano y a la buena salud del bebé. Esta planificación debe incluir unos cuidados que comienzan antes de la gestación: seguir una alimentación saludable, evitar el tabaco y el alcohol y tomar suplementos de ácido fólico.
Pero a la vista de lo expuesto en este artículo, también se debería insistir en el estilo de vida sano de los hombres que desean ser padres. Asimismo, las medidas públicas para hacer frente a la caída de la natalidad deben proteger a las personas que quieran tener hijos. Esto no solo impactará en su propio bienestar, sino también en el de los ciudadanos del futuro.
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Fuente: The Conversation. Autoría: Guadalupe Rivero Calera Profesora agregada de Farmacología. Facultad de Medicina y Enfermería. Grupo de Investigación: Neuropsicofarmacología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Oihane Martínez-Peula Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
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