Con la llegada de las altas temperaturas, a más de uno le viene a la cabeza aquel propósito de Año Nuevo de comer mejor y practicar más ejercicio que, aunque se marcó como posible, no se ha llevado a cabo (ni mucho menos) con asiduidad. Así, con las prisas de última hora (y las mucha ganas de sentirse cómodo en bañador), es habitual buscar en internet dietas milagrosas que consigan en pocos días lo que en seis meses no se ha logrado. ¿El resultado? O bien ninguno o uno visible que, sin embargo, dure lo mismo que nuestras ganas de disfrutar de una caña y una ración de calamares (la combinación favorita de los españoles) en una terraza al sol.