Yolanda Gilaberte (Huesca, 1965) acaba de aparecer en la lista Forbes de mejores médicos españoles. Es la jefa de Dermatología del Miguel Servet de Zaragoza. La revista elabora una lista de los 100 mejores médicos de España clasificados por especialidades. Se trata de profesionales reconocidos a nivel nacional e internacional que destacan por su actividad asistencial, clínica, investigadora, divulgadora y docente, explican desde la publicación.
Estudió en la Universidad de Zaragoza y ha desarrollado su carrera en la sanidad pública, en el hospital San Jorge de Huesca y el Miguel Servet de la capital aragonesa. Acaba de aparecer en la lista Forbes de médicos españoles de más prestigio. ¿Cómo se siente?
Muy emocionada por las muestras de cariño de mis compañeros y agradecida a todos los profesionales con los que he podido colaborar en este tiempo porque este reconocimiento es fruto de que he trabajado con ellos. Y a mi familia, porque estas cosas no se consiguen si no les quitas tiempo a los tuyos. Es un honor, pero piensas que hay muchísimos compañeros que no tienen la misma visibilidad, pero que merecerían estar en la lista. La mayoría de los profesionales españoles son excepcionales.
¿La crisis sanitaria por la covid-19 ha ayudado a valorarlos más o con siete olas de contagios y el colapso de la atención primaria hemos olvidado los aplausos en los balcones?
¿Qué está suponiendo la pandemia?
Ha puesto a prueba eso, que tenemos unos profesionales ‘x’ contratados en función de la capacidad económica que se destina a sanidad y que esos profesionales están soportando un ‘overbooking’ por esta ola. No está causando tanta mortalidad como la primera, pero sí muchos ingresos. Eso está tensionando el sistema.
¿Cómo se sobrelleva en el hospital el tercer año de coronavirus?
Todos en general estamos cansados de la pandemia, pero tener ahora que soportar otra ola asistencial como la que se vivió al principio creo que nos ha sorprendido a todos porque no lo esperábamos. Todo el mundo está ahí luchando, pero es agotador.
Y también se contagian...
Somos personas. Es otra prueba de fuego, pero como yo creo que los humanos en general somos gente con ilusión y esperanza, y también los sanitarios, siempre esperamos que las cosas van a ir mejor. Esto se superará como todas las plagas y pandemias que ha habido en la Humanidad.
¿Cómo llegó a la Medicina? ¿Siguió los pasos de alguien en su familia?
No, no había nadie médico, pero había mucha historia de enfermedades y quizá fue eso lo que me determinó a hacer Medicina. Era algo que tenía muy claro desde EGB. Ves el sufrimiento en la familia y piensas que siendo médico a lo mejor puedes ayudar.
¿Fue más complicado de lo que pensaba?
Sí, claro. Te das cuenta de que no todo en la medicina es curar, pero se trata de ayudar a los demás. Con aliviar ya es mucho.
Trabaja en el proyecto Medicomp con el farmacéutico Edgar Abarca de Barbastro. ¿Qué es?
Son las fórmulas magistrales de toda la vida, que ahora se llama diseño de medicamentos individualizados. Trabajamos en un sistema informático que dé apoyo a los médicos para que puedan hacer recetas eligiendo, por ejemplo, los principios activos.
¿Van a hacerle la competencia a las farmacéuticas?
No. A una farmacéutica nunca le va a ser rentable hacer un medicamento a la medida.
¿Le queda tiempo libre?
Me gusta hacer deporte y la música. No hay cosa que más le agradezca a mis padres que me llevaran a aprender piano. Escucho música clásica, ópera y lo que sale, que me permite conectar con mis dos hijos.
Fuente: Heraldo de Aragón